jueves, 24 de agosto de 2006

HÉROES GAYS, SIN UNIFORMES CHUPI



Vamos a hacer un intervalo con la galería de villanos.
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Aunque, de alguna manera, hoy también voy a hablarles de dos hermanos. Por suerte, nada tienen que ver con los Kaczyński.
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El de la foto es (porque los luchadores siempre SON, a pesar de que ya no estén entre nosotros) CARLOS JÁUREGUI.
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Nació en La Plata en 1958, fue profesor de historia (recibido en La Sorbona) y uno de los pilares de la lucha por los derechos civiles de la diversidad sexual en la Argentina y Latinoamérica.
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Cuando tenía 23 años y se encontraba en Francia, cuando Miterrand y el socialismo llegaron al gobierno galo. "Ya había tenido un romance de cuatro años con Matías pero nunca había visto eso: una Marcha de diez mil personas por las calles de Paris pidiendo no votar a candidatos que discriminaran sexualmente. (...) Una tarde, tomando unas cervezas con un colega profesor en un bar gay, vio entrar a dos uniformados. Supuso entonces que no era tanta la libertad. Se preparó para la razzia, mostrar documentos, ser humillado, que lo llevasen a la cárcel parisina (...) "Tranquilizate, no es una razzia, son nada mas que dos bomberos gays", lo calmó el colega. El medioevo estaba en su país del sur, no en Francia. "A partir de ese momento, yo empecé a pensar que en la Argentina había que hacer algo. En Francia era testigo de cómo era posible vivir en una sociedad libre" pensó. (SentidoG)
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Así fue como, en 1984, fundó la CHA (Comunidad Homosexual Argentina), de la cual fue su presidente, hasta 1987. En julio del '85, en la disco gay CONTRAMANO de Buenos Aires, fue testigo presencial de una de las famosas razzias, de esas que el gobierno de Alfonsín decía que no se producían. Lejos de amedrentarse, Carlos se arrojó al suelo y se resistió al arresto, instigando a todos los presentes a secundarlo. "Quiso hacer un Stonewall en Contramano -recuerda Alejandro Modarelli, quien fuera amigo de Carlos- Hoy puede no parecerlo, pero en ese momento fue en acto totalmente subversivo". ¡Cómo dudarlo! Sin embargo, como era de esperar, ninguno hizo nada. Estaban todos resignados a que una noche en un boliche podía terminar en las increíblemente mugrientas dependencias de la División Moralidad, del Departamento Central de Policía. A Jáuregui lo acusaron por la contravención y le hicieron un juicio por "resistencia a la autoridad". Apeló y fue absuelto.
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Asimismo, querelló en dos oportunidades al cardenal Quarraccino por hacer declaraciones discriminatorias, por lo cual recibió el apoyo de numerosas personalidades de la cultura nacional e internacional.
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En 1987, publicó "La Homosexualidad en la Argentina" y a lo largo de su prolífica vida publicó numerosos artículos en diarios y revistas nacionales y extranjeras.
En 1991 fue uno de los fundadores de "Gays y Lesbianas por los derechos civiles" (GAYS DC), desde donde inició diversas batallas legales tendientes al reconocimiento de igualdad de derechos para personas portadoras del virus HIV. El 16 de octubre de 1992, los abogados de GAYSDC iniciaron el primer juicio contra el Estado Nacional por el despido de un empleado portador. El resultado favorable de esta acción sentó un precedente de singular importancia jurisprudencial. Desde el 28 de junio de 1992, en conmemoración del Día Internacional del Orgullo, organizó las marchas que hasta hoy se realizan, año a año, desde la Catedral hasta el Congreso.
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Fue el hermano mayor de Roberto Jáuregui (también gay), el primer argentino en reconocer públicamente su condición de HIV positivo. Fue Roberto quien concibió la Fundación Huésped, destinada a la asistencia de personas infectadas de HIV. Parece que la lucha estaba impresa en la genética de los Jáuregui.
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Ambos hermanos lucharon por incluir, en el nuevo Estatuto de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, un artículo que condenara expresamente la discriminación por motivos de orientación sexual y exigieron la igualdad de derechos en todos los campos de la sociedad, exhortando desde siempre a "hacerse visible", para modificar (desde el orgullo de la propia diferencia) la marginación impuesta desde la cultura hegemónica.
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Desgraciadamente, esto no es un cuento de hadas. Roberto murió en 1994, víctima del SIDA, y su hermano Carlos lo siguió dos años después. Pero a pesar de ello, me atrevería a dcir que la de hoy es una historia feliz. Los hermanos Jáuregui nos enseñaron a los gays argentinos que otra realidad es posible, que tenemos derechos y que debemos pelear para que se nos los reconozca. Pelear hasta que la lucha ya no tenga sentido, hasta que la falta de derechos que le dieron origen pase a ser solo un tristísimo capítulo de la historia negra de nuestro mundo.
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No olvidemos a los villanos, pero tampoco a los héroes, aunque no usen la sunga encima de un ajustado traje de colores.
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Eso es todo por hoy. Espero que lo hayan disfrutado.
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Desde la Misteriosa Buenos Aires, se despide Víktor Huije (el que no se traga cualquier galletita).
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2 comentarios:

Araña Patagonica dijo...

Los Jáuregui.. tipos con huevos si los hubo.
Un beso

Anónimo dijo...

Siento una rabia enorme al ver que esa maldita enfermedad acaba con tanta gente.. las cifras son impresionantes, pero cuando se lleva gente como los hermanos Jauregui que impotencia! gente que deja un hueco enorme, es cuando uno se pregunta... como es que un virus puede mas que uno y con toda nuestra conciencia.. y aún asi nos gana.
Como siempre un placer leerte.. un beso desde México y todo mi cariño Víctor Huije.

Novelas de Carlos Ruiz Zafón