jueves, 17 de agosto de 2006

EL PRÓCER



Dice la Real Academia Española:
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PRÓCER: (del lat. procer, -ĕris). 1. adj. Eminente, elevado, alto. 2. m. Persona de la primera distinción o constituida en alta dignidad.
HÉROE: (del lat. heros, -ōis). 1. m. Varón ilustre y famoso por sus hazañas o virtudes. 2. m. Hombre que lleva a cabo una acción heroica. 3. m. Personaje principal de un poema o relato en que se representa una acción, y especialmente del épico. 4. m. Personaje de carácter elevado en la epopeya.
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El Gral. José de San Martín fue, sin dudas, un prócer y un héroe. Dijo alguna vez: "La patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes, ni le da armas para que cometa la bajeza de abusar de estas ventajas ofendiendo a los ciudadanos con cuyos sacrificios se sostiene". Si los militares de mi patria hubieran tenido un espíritu más sanmartiniano, otro sería mi concepto de la actual institución armada.
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En el día de hoy, el diario Clarín ha publicado un suplemento especial a cargo del mediático historiador Felipe Pigna (http://www.clarin.com/suplementos/especiales/2006/08/17/l-01254126.htm). Transcribo algunos párrafos:
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En la última Conferencia de la OEA, el presidente norteamericano George Bush pretendió compararse con nuestro libertador, Don José de San Martín. Bush dijo entonces que, como San Martín: "En el último rincón de la tierra en que me halle estaré pronto a luchar por la libertad". No hace falta abundar en las diferencias, pero no está de más recordar que el general San Martín liberaba y establecía penas severísimas para sus oficiales y soldados que apenas osaran confundir su rol de libertadores con el de conquistadores. Vaya como ejemplo esta proclama a sus soldados cuando estaban por concretar la entrada a la ciudad de Lima: "Acordaos que vuestro gran deber es consolar a la América, y que no venís a hacer conquistas, sino a liberar a los pueblos que han gemido trescientos años bajo este bárbaro derecho. La ferocidad y violencia son crímenes que no conocen los soldados de la libertad, y si contra todas mis esperanzas, alguno de los nuestros olvidase sus deberes, declaro desde ahora que será severamente castigado." Fragmento del Código de Honor del Ejército de los Andes. Cuartel General del Ejército Libertador, Pisco, septiembre 8 de 1820.
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A diferencia de los generales genocidas de la última dictadura militar, que quemaban libros y destruían bibliotecas mientras se decían imbuidos del "espíritu sanmartiniano", el portador legítimo de aquel espíritu, el verdadero San Martín, era un gran lector en francés, latín e inglés y a todas partes trasladaba su biblioteca personal. Trataba de fomentar la lectura entre sus soldados y entre los habitantes de los pueblos que iba liberando. Cuentan que en los fogones del cruce de los Andes les leía a los analfabetos fragmentos de obras clásicas con las explicaciones necesarias.
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Como su querido amigo el general Belgrano, no se conformaba con fundar escuelas sino que se interesaba por los contenidos de la educación y su eficiencia. En cada ciudad liberada fundaba una biblioteca y en su primer testamento de 1818 decidió destinar sus libros para la de Mendoza. Creó la biblioteca de Santiago de Chile, donando para ello los 10.000 pesos que le había entregado como premio el Cabildo de Santiago por la victoria de Chacabuco. En aquella ocasión, el Libertador dijo: "Las bibliotecas, destinadas a la educación universal, son más poderosas que nuestros ejércitos para sostener la independencia".
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San Martín también estimuló el teatro en Lima, al que consideraba una actividad cultural. Concurría con amigos, a quienes les pagaba la entrada, no permitiendo que al Protector del Perú se le admitiese sin pagar.
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La construcción de un personaje de bronce le ha hecho daño a la memoria de San Martín y constituye una injusticia histórica. Era un militar severo y un estratega genial que, sin menoscabo de su indiscutida autoridad, trataba de "compañeros del Ejército de los Andes" a sus subordinados y se ocupaba de que todos comieran lo poco que había y se abrigaran con las pocas mantas disponibles antes de hacerlo él mismo. Ese hombre estaba lejos de la imagen mitológica del "caballo blanco" y debió atravesar los Andes en varios tramos transportado en una camilla por sus múltiples dolencias, que iban desde los problemas respiratorios hasta una úlcera perforada. Era un hombre fuertemente comprometido con los problemas de su tiempo. Un hombre que se acerca de esta forma al resto de los mortales e invita a la imitación, a seguir el buen ejemplo.
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No puedo irme hoy sin hacer una referencia a la muerte del ex dictador paraguayo ALFREDO STROESSNER, quien gobernó a su país durante 35 años, apoyado por empresarios extranjeros, una élite de latifundistas, la cúpula militar y la complicidad de la Iglesia. Me indigna que haya muerto rodeado de sus nietos, en su paradisíaco exilio brasileño. Pero me alegra que haya un hijo de puta menos sobre la faz de la tierra.
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2 comentarios:

Araña Patagonica dijo...

Falta algún que otro hijo de puta gobernante que podría ir pidiendo pista ya.
Un beso

Anónimo dijo...

Faltan muuuuuuchos hijos de puta que todavía andan dando vueltas.
Pinochet, Videla, Massera, Nicolaides, Martínez de Hoz!!!!!!!!! (anoche lo mostraron en un programa de televisión en una exposición de armas en la Rural)... Y la lista siiiiiiigueeeeeee

Novelas de Carlos Ruiz Zafón