martes, 25 de noviembre de 2008

ELLAS

Cada 25 de Noviembre, desde 1981, se conmemora a nivel mundial el Día Internacional por la No Violencia contra las Mujeres. La fecha responde al asesinato de las tres hermanas Mirabal a manos del régimen dictatorial de Rafael Trujillo, en República Dominicana.

La historia de la mujer es, casi en su totalidad, la historia de la violencia contra la mujer. El nuestro es un mundo en el que el machismo ha dejado desde siempre su marca de sangre y opresión. Y no hay que gozar de demasiadas luces para imaginar quiénes han sido sus principales víctimas (aunque no las únicas). En este contexto, me atrevo entonces a transcribir un fragmento del texto que leyera la periodista Liliana Daunes, del día sábado 22 de noviembre de 2008, en su habitual columna de Marca de Radio y cuyo audio completo pueden escuchar en el sitio del programa. Dice la Daunes:
"Yo soy María Soledad, violada y asesinada en Catamarca; Teresa Rodríguez, muerta cuando reprimían un piquete allá en el sur; Sandra Cabrera, asesinada en Rosario; Liliana Tallarico, asesinada en La Plata. Soy las mujeres de Juárez. Soy todas las asesinadas por odio. También soy Romina Tejerina, presa y reprimida en Jujuy. Y Claudia Sosa de Mendoza y Etelvina y Patricia y la "Galle", presas. He sido violada por Hoyos en Salta. Soy Elly Díaz, violada por Benavidez en Córdoba. Soy Leila y Patricia, violadas y asesinadas en Santiago del Estero. Soy las mujeres asesinadas en Mar del Plata; la trabajadora violada en el ANSES; las niñas violadas en el Congreso. Soy María (me violó mi papá). Soy Marita, Vanesa, Lidia, Fernanda, Andrea y tantas secuestradas para el tráfico sexual en La Rioja, Tucumán, Córdoba, Corrientes, Río Gallegos, La Pampa... Soy las abusadas por los curas del poder. Soy las originarias desterradas de sus casas. Soy las wichis desnutridas. Soy la beba que no llegó al hospital. Soy la niña de once años violada y embarazada porque no hay ley que nos ampare. Soy una africana sin clítoris; una musulmana que pueden lapidar; una colombiana desplazada expuesta a la violencia paramilitar. Soy una mujer estéril por un aborto mal practicado. Soy aquella que murió tras un aborto clandestino. Soy Ana María Acevedo (me dejaron morir en un hospital de Santa Fe). Yo soy la castigada, la invisible, soy la maltratada. ¿Quién ha cavado estos agujeros? ¿Quién ha roto mi mirada? ¿Quién ha desoído mi respiración de espanto? ¿Quién ha cortado, golpe a golpe, los pedazos que me arman? Me repliego muda. Las palabras vuelan lejos. No las sujeto, como si me esquivasen desde el principio de los siglos. Palabras vacías que se deletrean sonido a sonido perdiendo su significado. Como toda criatura marginada, expoliada, espiada y exiliada, me quedo sin lenguaje. Entonces recuerdo que existe el grito. Que puedo gritar 'soy mujer, travesti, transexual, lesbiana, intersex, boliviana, negra, musulmana, inmigrante, pobre, oprimida'... Soy la que está HARTA, la que se rebela, la que se organiza, la que quiere cambiar las relaciones sociales, la que quiere desterrar la injusticia, la que lucha contra el patriarcado".

Yo sabía que la Daunes no me podía fallar, que tendría la palabra justa para una conmemoración como esta. Sin embargo, a pesar de la fugaz mención, tampoco en su discurso estuvieron lo suficientemente presentes otras mujeres que, junto a muchos hombres, también son víctimas de esta sociedad machista que las margina, las expolia, las espía y las exilia.

Ellas saben muy bien qué es la violencia. Lo saben ya desde la escuela primaria, cuando sus compañeritxs se burlan de su diferencia. Lo saben mucho mejor el día en que toman la decision de asumir quiénes son en realidad y sus papás les dicen que ya no pueden seguir viviendo bajo su mismo techo.

En la calle se dan cuenta de que su decisión fue, cuanto menos, audaz. y que ciertas audacias se pagan con el cuerpo. Que para la sociedad ellas no son ellas, que para la sociedad cuenta más lo que dice el DNI que el grito sordo de sus sentimientos más profundos.

El odio tiene muchas caras y, en sus casos, el odio se les presenta día a día en el rostro de aquellxs que se niegan a llamarlas por su nombre y se empeñan en recordarles el nombre de ese ser de fantasía que existe solamente en sus partidas de nacimiento. El odio también se camufla detrás de la sonrisa que les niega un trabajo formal, del médico que las interna en la sala equivocada o del que directamente se niega a asistirlas como corresponde. Está presente en la televisión, la radio, las revistas o cualquier otro medio o persona que se burle de lo que ellas son. O cuando las señalan por miedo a alguna peste.

Pero sobre todo el odio se muestra libre de caretas en el uniforme del policía que se las lleva presas con la excusa de la prostitución; en el puño de quien las persigue, las golpea, las tortura y las asesina; en la mirada de aquellxs que las condenan a sobrevivir y a morir sin reconocer su dignidad.

En definitiva, el odio asume fatalmente la imagen del olvido.

Y ya sé que al leer estas líneas, no faltará quien sonría con sorna, restándole valor a mis palabras, negándoles a estas mujeres (una vez más) su carácter de tales. A esas personas las invito a hurgar más allá de lo heredado, a cuestionar cuantas verdades se nos dieron hechas. En la medida en que pueda darse cuenta de que ser mujer es mucho más que tener una vagina, podrá también sentir el alivio de que ser varón es mucho más que tener un pene.

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Esto es todo por hoy. Desde las tórridas callecitas de la siempre misteriosa y mágica Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Nuestra Señora de los Buenos Aires, se despide Víktor Huije, un cronista de su realidad que hoy deja constancia de su admiración hacia las mujeres del mundo que luchan por sus sueños y por sus derechos. Lleven lo que lleven entre las piernas.

jueves, 6 de noviembre de 2008

LA DISCRIMINACIÓN SE APRENDE


Algunas semanas atrás, la opinión pública argentina se escandalizó por lo que se consideró un episodio bochornoso e inmoral en la televisión de aire. Yo diría que fue solo uno de los tantos a los que nos tienen acostumbradxs lxs popes de la caja boba, pero extrañamente éste cobró particular relevancia.

Una de las participantes del popular "Bailando por un Sueño", con el solo objeto de hacerse notar y ganar así algunos minutos de repercusión en los programas de chimentos, apareció en cámaras con un vaso lleno de agua y un corcho. La idea era mostrar a la teleaudiencia un ejercicio práctico para que los hombres heterosexuales (no se hizo la aclaración pero se sobreentiende) ejercitaran los músculos de sus lenguas y aprendieran a hacer sexo oral a las mujeres. El acto tan reprobable consistió en no quedarse en las explicaciones teóricas, de modo que la señortia en cuestión procedió a introducir su lengua dentro del vaso y trató durante algunos minutos de hundir el corcho. Así contado, da la impresión de ser un ejercicio sin demasiadas complicaciones pero la resistencia del corcho para dejarse sumergir obligaban a la muchacha a proyectar de manera exagerada su apéndice lingual, imagen que por los efectos ópticos del agua se veía magnificado en la pantalla.

"¡Sexo oral en la tele!" se horrorizó la diva de los almuerzos, que por lo visto desconoce las condiciones elementales de dicha práctica sexual, habida cuenta de que para llevarlo a cabo se necesita por lo menos un genital, el cual estuvo presente solo en la imaginación de lxs telespectadores. "Se han desdibujado todos los límites" sentenció uno de los célebres chismosos de la tarde (como si él mismo no desconociera sistemáticamente la existencia de los mismos). Se alzaron varias voces en todos los ámbitos del quehacer nacional como si el escandalete pusiera en vilo la seguridad de los ciudadanos y corrieron ríos de tinta proclamando la fatídica decadencia de nuestra sociedad. Lo que resulta curioso es que la mayoría de esas voces coincidían en defenestrar el episodio porque era un mal ejemplo para lxs chicxs.

A todxs ellxs yo les digo, ¿saben lo que vieron los chicxs que estaban frente a la pantalla esa noche?: una mina metiendo la lengua dentro de un vaso con agua para jugar con un corcho. ¡Nada más que eso! Las demás elucubraciones corren por cuenta de las mentes calenturientas de lxs mayores. Somos lxs mayores lxs que tenemos la maliciosa capacidad de ver pecado donde queramos encontrarlo. A través de palabras altisonantes que supuestamente abogan por la exaltación de la moral y las buenas costumbres, somos lxs mayores lxs que enseñamos a lxs pequeñxs a dejar de lado su mirada inocente. Y de allí a juzgar lo que no se entiende, a pontificar sobre lo que no se sabe y a discriminar todo aquello que se aparte de los límites estrechos y caprichosos que la cultura heredada nos impone, hay solo un paso.

Justamente esta breve reflexión sirve como introito a la noticia que quería comentar en este artículo.

El último 28 de octubre, en el marco de la celebración de la Semana del Orgullo en Buenos Aires, en las instalaciones del CIPSBA (Centro de Investigaciones y Políticas del Socialismo para Buenos Aires) el Área de Derechos Humanos y Diversidad Sexual del Partido Socialista organizó una charla-debate titulado "A discriminar se aprende". La misma contó con un panel integrado por el escritor y periodista Osvaldo Bazán, el antropólogo Marcelo Zelarallán y la Dra. Elena Dezurco, Jefa Administrativa de Kopelco S.A.

Si bien a mi juicio las disertaciones se apartaron por momentos del nudo central del tema convocante, el encuentro tuvo un saldo altamente positivo y dejó planteadas algunas cuestiones fundacionales para la lucha contra la discriminación.

Tras una breve introducción y bienvenida a cargo de Facundo García, Coordinador del Área, el licenciado Zelarallán puso de manifiesto las limitaciones que presentan las leyes para producir verdaderos cambios culturales y la responsabilidad indelegable de las personas en dicho proceso social. Bazán, por su parte, se limitó a leer con defectuosa dicción algunos párrafos de su "Historia de la Homosexualidad en la Argentina". Por fortuna, la obra tiene mérito en sí misma y la selección realizada por el autor fue por demás acertada. Describió el modo en que lxs homosexuales fuimos segregados ya desde el inicio de esta sociedad hispanoamericana, en contraposición a una cultura aborigen mucho más respetuosa de las elecciones personales. Tanto así que la historia de la homosexualidad resulta en realidad la historia de la represión contra lxs homosexuales.

La que no estuvo a la altura de las circunstancias fue tal vez la Dra Dezurco. Expuso (con cierto desconocimiento del tema en cuestión) la importancia del Proyecto Escuelas, patrocinado por la empresa de preservativos donde ella desempeña funciones y la Fundación Buenos Aires Sida. En más de una ocasión tuvo que invocar el auxilio de mi amigo y compañero Marcelo Caldeo, uno de lxs verdaderxs artífices del proyecto. Él fue el encargado de explicar los lineamientos básicos de la tarea que la FBAS realiza en las escuelas.

Con la certidumbre de que la educación debe ser el pilar fundamental de toda iniciativa que pretenda luchar contra la discriminación y generar en la conciencia de los jóvenes ideales de autoestima y respeto por la diversidad, la FBAS recorre las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano dando talleres de VIH/Sida destinados a alumnos de enseñanza básica y media. Suple de este modo (aunque solo en una mínima proporción) la ausencia del Estado en este tipo de iniciativas que, hoy por hoy y a la luz del avance de la pandemia, se presentan como imprescindibles e impostergables. Las charlas sobre VIH/Sida sirven para desestructurar el andamiaje de mitos y prejuicios sobre el que se sustenta la discriminación padecida por las personas que viven con el virus. Pero también son la excusa para llegar a lxs jóvenes con un discurso que abarca además cuestiones de género, de control de la natalidad, diversidad sexual y técnicas de reducción de daño en adicciones. La lucha contra la discriminación presenta múltiples frentes simultáneos que ni siquiera se agotan con los expuestos.

A discriminar se aprende. ¿Alguien tiene dudas sobre ello? Pero también se puede aprender a NO discriminar. Para ello, debemos aprender a cuestionar y a poner en tela de juicio todos los mensajes que nos llegan envasados y rotulados como verdades absolutas. Una tarea ciclópea sin dudas que debe estar a cargo de lxs discriminadorxs y también de lxs discriminadxs, en plena conciencia de que los límites entre unxs y otrxs son siempre imprecisos. ¿O acaso no han sido desde siempre las mujeres las encargadas de educar a los machistas que denigran lo femenino? ¿Cuántos son los gays que jamás se han burlado de una travesti o nunca se han referido despectivamente a sus pares con el mote de "pasiva"?

A discriminar se aprende y el mundo debería tomar conciencia de que lxs mismxs víctimarixs también suelen convertirse en víctimas de sus prejuicios. Como ejemplo baste mencionar a los varones heterosexuales que acceden a una relación sexual con una chica que no les gusta simplemente por miedo a que lo tomen por marica. Cuánto más libres seríamos todxs si cada cual tuviera la posibilidad de elegir sin ataduras lo que su deseo y su conciencia le indiquen como valedero.

Rescato de esta charla, la inquietud de sus actores por plantear una vez más un tema que, de tanto mencionarlo, se vuelve transparente a la hora de las soluciones. Tal vez llegue el día en que, gracias a estas inquietudes, dos personas tomadas de la mano solo representen el amor y la ternura que une corazones, más allá de la identidad de género de cada unx. Llegará entonces el día en que todxs volvamos a ver el mundo con mirada de niñx.

Esto es todo por hoy. Desde las callecitas de la siempre misteriosa Buenos Aires se despide Víktor Huije, un cronista de su realidad que valora los esfuerzos de lxs responsables del CIPSBA y de todxs aquellxs que trabajan en beneficio del respeto y la diversidad.


Novelas de Carlos Ruiz Zafón