miércoles, 16 de agosto de 2006

EL SIDA SIGUE GANANDO



No sé si todo el mundo sabe que, entre el 13 y el 18 de agosto corriente, en la ciudad de Toronto (Canadá) se está desarrollando la 16ª Conferencia Internacional del Sida.
En solo un cuarto de siglo, el sida ha derivado de los primeros cinco casos descubiertos en 1981 a una epidemia con casi 40 millones de infectados, 25 millones de muertos y países enteros devastados. O sea que estamos ante un fracaso político de proporciones épicas.
"Los líderes mundiales, paralizados por sus propios prejuicios e indiferencia, han fallado en sus oportunidades para actuar de forma decisiva con los recursos y compromisos que demanda esta crisis", afirman los organizadores de la Conferencia. Por eso, exigirán responsabilidades y reclamarán a los gobiernos que cumplan con lo prometido en septiembre pasado durante la Cumbre Mundial de Naciones Unidas, donde se comprometieron a aportar 10.000 millones de dólares al año para el acceso universal de todos los enfermos a la prevención, el diagnóstico, el seguimiento médico y las medicinas.
Las regiones mas afectadas son África, el Caribe, Asia y Europa del Este y entre los sectores sociales más vulnerables figuran mujeres, homosexuales, consumidores de drogas intravenosas, profesionales del sexo, refugiados y presos.
Entre las innumerables actividades programadas, las más populares de todas han sido los talleres sobre pornografía, lenguaje erótico o arte sexual con los que se intenta promover el placer del sexo seguro. En uno de ellos, varios hombres aprendían a detectar el “punto G” femenino, mientras en otro numerosas mujeres vieron un documental que enseñaba a colocar los condones con sus labios. “La gente está cansada de escuchar sobre la fatalidad y el pesimismo del sida”, dijo uno de los más de cien delegados que se apiñaron en uno de los talleres. “Durante 25 años, el miedo a la enfermedad ha sido la principal herramienta, ahora también el placer”, señaló otro delegado, con un criterio muy particular y (tal vez) cuestionable en cuanto a su efectividad, pero digno de interés y análisis.
Cuando comenzaba el último milenio y la infección por VIH-sida cumplía su segunda década, se forjó un lema destinado a alertar sobre la creciente feminización de la pandemia: “Los hombres hacen la diferencia”. La razón es obvia: nosotros somos los que nos ponemos el preservativo. El fracaso de aquella apelación se hizo evidente y lo que ahora se reclama directamente es “un mayor enfoque en la mujer”. A ellas hay que brindarles las herramientas concretas para evitar la dramática proyección que tiene sobre el género femenino esta enfermedad que puede convertirse en crónica con un acceso adecuado a tratamientos antirretrovirales, algo de lo que gozan apenas un tercio de las y los infectados en el mundo.
“Ante la incapacidad de las mujeres de negociar con el hombre relaciones seguras se torna urgente acelerar la investigación sobre otras formas de prevención”, dice el comunicado oficial de prensa de la XVI Conferencia Internacional sobre Sida haciendo referencia al uso de microbicidas que aplicados en la vagina podrían inhibir la transmisión del VIH. La palabra "incapacidad" suena peyorativa pero describe hechos concretos: la violencia de género es una constante y se agrava cuando se la cruza con otros factores como la falta de educación y la pobreza extrema. ¿Qué posibilidad tiene una mujer que debe elegir entre mantener relaciones con su compañero sexual o sufrir maltrato para negociar el uso de preservativo? Prácticamente ninguna.
Una solución para este problema podría estar representada por el uso de microbicidas que, de todos modos, hasta ahora no han demostrado más que un 30 por ciento de efectividad.
"El consenso demostrado en esta conferencia sobre la necesidad de darle herramientas a las mujeres para que puedan tener en sus manos la prevención es una buena noticia. Pero es necesario que en el mientras tanto que significa la aparición de nuevos métodos de barrera se trabaje en profundidad sobre las inequidades de género, porque ninguna herramienta concreta es eficaz si no se cuentan con las herramientas simbólicas, culturales, educativas que tiendan a abolir las relaciones jerárquicas entre los géneros que siempre se traducen en violencia" dice Marta Dillon, la periodista enviada por Página 12 a cubrir la Conferencia.
Y tiene razón.

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