¿PARA QUÉ ESCRIBO?

Si hay algo que he perdido con los años es la inocencia. Yo sé que la mayoría de los y las que pasan por este sitio no leen lo que escribo. Tapoco puedo desconocer que, a un porcentaje bastante importante entre ellos, ni siquiera les interesa lo que opino y/o lo que pretendo transmitir con mis escritos. Y ojo que no es un reproche sino una mera constatación de lo que pienso: no es necesario que cada cual aclare si le gusta lo que aquí se dice o no; mucho menos que den excusas por no leer.

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Habrá quienes se asoman por casualidad o para curiosear (algunos volverán eventualmente y los demás se olvidarán de que existo). Me consta que otros son simplemente corteses (pasan solo para devolverme la visita). No faltan los que pasan y firman tan solo para publicitar sus propios espacios (porque parece que uno puede llegar a ser absurdamente popular, de acuerdo a la cantidad de firmas diarias que colecte y eso lo hace a uno más "importante"). Algunos pasan nada más que porque me quieren, aunque no coincidan con muchas de mis ideas ni se apasionen por las cuestiones que me apasionan a mí (algunos de ellos no me leen solo porque escribo mucho y les da pereza). Y por supuesto, sí, están los que se sienten identificados con mi patología y me leen y se comprometen y se dejan tocar por lo que expreso día a día.

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Todo esto ya lo sé. Negarlo sería una pueril estupidez o incluso un patético acto de demagogia.

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Entonces, la pregunta se impone: ¿por qué escribo?

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Podría responder (también demagógicamente) con los versos de Benedetti ("... cantamos porque los sobreviviente y nuestros muertos quieren que cantemos..."), adaptados a la circunstancia de la escritura. Pero no sería honesto.

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Muy a mi pesar, a medida que se le cayeron las hojas a mi calendario, me he ido distanciando de la gente. No digo afectivamente (esos lazos que unen corazones no conocen de distancias). Tampoco socialmente porque sigo siempre relacionado de modo estrecho con el mundo en el que me ha tocado vivir. Me he distanciado más bien en el plano de los gustos y los intereses. No sé de qué manera podría decirlo mejor.

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Por ejemplo, mis gustos musicales difieren ostensiblemente del gusto de la mayoría de los que me rodean y eso me dificulta compartir lo que me emociona o me inspira.

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No disfruto de los lugares bulliciosos y atestados de gente, donde todo el mundo (salvo yo) parece divertirse tanto. Prefiero la charla serena con amigos, compartir y debatir una buena película y esas cosas. Estas preferencias me han valido (no pocas veces) el injusto mote de "aburrido". Claro que, como soy un ser gregario, trato de no ser tan "estricto" y es por eso que escucho música tecno o voy, de tanto en tanto, a una disco. Hasta ahora no he logrado que muchos me secunden a la hora de escuchar un disco de los Inti Illimani o me acompañen a disfrutar de un documental que me parezca interesante.

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Una de las facetas de mi madre que siempre reivindiqué era su solidaridad sin condiciones. Yo no soy tan fundamentalista como ella, pero me considero un tipo que piensa en los demás, trato de ponerme en el lugar del otro y siempre estoy dispuesto a dar una mano. En los últimos tiempos, ese "mandato materno" (asumido de buen grado, por supuesto) se traduce en mi participación en GLOBA Diversidad, una asociación civil que brega por los derechos de la diversidad sexual. Incluso en este ámbitome persigue cierta vocación de isla. Mis motivaciones suelen difererir de las de muchos de mis compañeros de militancia: los hay que buscan solo el "lustre" político; otros que defienden los derechos de los demás en tanto coincidan con los suyos propios; otros buscan una superación profesional; otros simplemente necesitan llenar tantas y tantas horas vacías de sus vidas... Y si llevamos el tema de la defensa de los derechos al plano de la comunidad, ha quedado demostrado que se trata de una lucha que no interesa ni a sus propios beneficiarios. Penoso ha sido comprobar que los pequeños eventos que hemos realizado hasta el momento no han contado siquiera con el apoyo de nuestros amigos.

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Y podría continuar con los ejemplos que me llevan, muchas veces, a sentirme como el chico de la burbuja.

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Entonces, ¿por qué escribo? ¿Para qué "pierdo" una o dos horas diarias de mi tiempo exponiendo ideas que a muy pocos interesan? ¿Cuál es el beneficio?

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En principio, creo que escribo por soledad, por la ausencia de un interlocutor de carne y hueso con quien compartir a diario todo lo que ronda mi cabeza. Este medio (tan escueto, virtual, impersonal, bizarro, cuestionable, poco serio, oscuro, despreciable y todos los adjetivos peyorativos o denigrantes que se les pueda ocurrir) me sirve como catársis, como descarga. La soledad puede tener tantas puertas de entrada como la tristeza, pero tiene solo una salida: la comunicación. Además, los amigos, la pareja, la familia pueden darnos felicidad. Sin embargo, felicidad y soledad no son incompatibles.

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También escribo por convicción. No en vano, mi fotolog lleva, desde hace ya bastante tiempo, el título que lleva. Al igual que todos los que están dispuestos a defender sus ideas, yo pretendo SER EL CAMBIO QUE QUIERO VER. En función de ello, pienso y escribo, escribo y transmito, transmito y debato. Este camino de los ideales está asfaltado de perseverancia. Ya llegará el día en que (incluso los que jamás han de conocernos) celebrarán y disfrutarán la consecución de lo que hoy solo anhelamos.

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Por último, diré que escribo porque es lo que mejor me sale. Unos saben trabajar la tierra, otros saben construir una pared... Yo sé escribir y sería un desagradecido con la vida si no lo hiciera. Durante demasiado tiempo le he faltado el respeto ("Dispongo de tanto y he hecho tan poco...").

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Además, sé que algunos me leen y gustan de hacerlo. Esto solo ya es suficiente razón (la demagogia finalmente me ganó, ja ja).

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