martes, 5 de septiembre de 2006

SIN INDULTOS DE LA RATA

A veces, la JUSTICIA tiene derecho a que se la nombre con mayúsculas. Después de 30 años, pareciera que los carriles legales se van esclareciendo. En el día de ayer, el juez federal Norberto Oyarbide declaró inconstitucionales los indultos (dictados en 1990 por la rata que habitó la Casa Rosada y ahora se refugia en el Senado) que beneficiaron al ex ministro de Economía de la última dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz y al ex general Albano Harguindeguy, por entonces ministro del Interior, con lo cual serán juzgados por el secuestro extorsivo de dos empresarios. Y como si esto fuera poco, el mismo magistrado anuló del mismo modo, en el día de hoy, el indulto al ex presidente de facto Jorge Rafael Videla, fruto también de la maleficencia del roedor riojano antes mencionado.
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No resulta extraño que el último escalón de una investigación judicial finalice en el autor intelectual. A 23 años de la caída de la dictadura, el mentor del plan económico que dio sustento al golpe militar del 24 de marzo de 1976 podría terminar sus días en prisión. Aficionado a la caza mayor, el ex ministro de Economía puede terminar cazado. Podría ser procesado por su responsabilidad en el secuestro extorsivo que sufrió el empresario Federico Gutheim y su hijo Miguel Ernesto. Detenidos durante cinco meses a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Los Gutheim fueron presionados para concretar una exportación a Hong Kong, que le facilitaba a Martínez de Hoz el acceso a créditos millonarios. Obviamente, su amigote de caza Harguindeguy también estuvo involucrado en la matufia. Por su parte, Videla deberá seguir con su prisión domiciliaria (dictada por el caso de robo de bebés) y será procesado por su participación en el tristemente célebre Plan Cóndor.
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Los fundamentos a los que recurrió Oyarbide son similares a los que ya se emplearon en los casos de violaciones a los derechos humanos investigados en las causas del Primer Cuerpo y de la ESMA. Basándose en jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en esos casos se afirmó que los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles y por lo tanto no pasibles de ser indultados por la voluntad presidencial.
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Queda claro que la rata riojana no podía quedarse callada. Todos sabemos que sufre de incontinencia verbal. Con sumo desparpajo declaró haber conseguido "diez años de paz" durante su mandato con los indultos, ya que logró "calmar los espíritus" y estableció "justicia para todos", en referencia a "los militares que combatieron a la subversión y los subversivos". Tamaña hipocrecía merece el repudio generalizado de toda la sociedad. Esos diez años de paz de los que la rata habla fueron años en los cuales las personas que lucharon por la justicia tuvieron que morderse los labios y limitarse a putear cuando veía a los genocidas caminar con toda libertad por las calles. No hubo ni justicia para todos ni se calmó ningún espíritu. También reclamó la rata que no hay justicia si sólo se anulan los indultos que beneficiaron a los militares y no a los que dejaron en libertad a los subversivos como Firmenich. Lo que la rata omite (porque estoy seguro de que lo sabe) es que los subversivos son simples delincuentes comunes, a quienes él mismo dejó libres. Los militares son culpables de TERRORISMO DE ESTADO, delito de lesa humanidad que, además, estuvo condimentado con terrorismo económico, robo y asesinato de bebés, estafas reiteradas, apropiación ilegal de los bienes ajenos y una larga lista de delitos que dan asco de solo pensarlos.
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Años atrás (justamente en tiempos de la rata riojana), el juez Oyarbide estuvo envuelto en un escandalete de carácter sexual, en el que se ventiló a los cuatro vientos su condición de homosexual. Tal vez se buscaba "domesticar" a una oveja descarriada que buscaba claridad en medio del sistema institucionalizado de corrupción. Y digo esto, sin ánimos de afirmar que el juez sea un héroe puesto que solo ha cumplido con su deber, aunque encontrar semejante ejemplar sea tan difícil como encontrar una mosca blanca.
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Salvo algunos dinosaurios que siguen molestando, la sociedad argentina repudia, hoy en día, lo actuado por los uniformados. Faltaría, no obstante, realizar una profunda reflexión sobre el papel que desempeñaron los civiles durante aquellos años y los siguientes. Sin duda, el día en que nos empecemos a quitar las caretas, Martínez de Hoz terminará encerrado y compartirá la celda con su benefactor, una rata riojana que jamás debió entrar a la Rosada.
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Esto ha sido todo por hoy. Desde las templadas y occidentales riberas del Río de la Plata, se despide Víktor Huije, un ciudadano que ha aprendido a tenerle asco a los uniformes, a los economistas liberales y, sobre todo, a determinados roedores que carecen de credo, de idelogía y de lealtades.

2 comentarios:

Gustavo López dijo...

Todo mal para VIdela. Le sacan el indulto y encima se le muere Fernando Siro.

Anónimo dijo...

"En todos lados se cuecen abas" como diría mi abuela.
excelente dia corazón, besos desde México

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