sábado, 16 de septiembre de 2006

EL QUE ESCRIBIÓ PARA NO MORIR



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Ya veo que esto de los cumpleaños no le interesa a muchos, habida cuenta de la escasa cantidad de firmas en los últimos días, je je. Pero como, además de marica, soy tozudo, voy a insitir.

En el día de ayer, 15 de septiembre, el poeta argentino Hamlet Lima Quintana hubiera cumplido 83 años. Murió el 21 de febrero de 2002, a los 78 años y las letras argentinas, la poesía inolvidable del folklore popular incrementó aquel vacío que fueron dejando Manuel J. Castilla (1980), Jaime Dávalos (1984), Armando Tejada Gómez (1992), Gustavo “Cuchi” Leguizamón (2000).
Pero al igual que ellos, Lima Quintana no se fue del todo. Se fue con el cuerpo asombrado y la voz ronca de gritar que volverá, como prometía en aquella emblemática letra de "Zamba para no morir". El se quedará en sus letras, en la voz del pueblo y los músicos que llevan su palabra imprescindible por los escenarios, del país y el mundo.

Para recordarlo (como a Benedetti) basta su poesía:



GENTE

Hay gente que con solo decir una palabra
Enciende la ilusión y los rosales;
Que con solo sonreír entre los ojos
Nos invita a viajar por otras zonas,
Nos hace recorrer toda la magia.

Hay gente que con solo dar la mano
Rompe la soledad, pone la mesa,
Sirve el puchero, coloca las guirnaldas,
Que con solo empuñar una guitarra
Hace una sinfonía de entrecasa.

Hay gente que con solo abrir la boca
Llega a todos los límites del alma,
Alimenta una flor, inventa sueños,
Hace cantar el vino en las tinajas
Y se queda después, como si nada.

Y uno se va de novio con la vida
Desterrando una muerte solitaria
Pues sabe que a la vuelta de la esquina
Hay gente que es así, tan necesaria.


ZAMBA PARA NO MORIR

Romperá la tarde mi voz
hasta el eco de ayer.
Voy quedándome solo al final,
muerto de sed, harto de andar.
Pero sigo creciendo en el sol,
vivo.

Era el tiempo viejo, la flor,
la madera frutal.
Luego el hacha se puso a golpear,
verse caer, sólo rodar.
Pero el árbol reverdecerá
nuevo.

Al quemarse en el cielo la luz del día
me voy.
Con el cuero asombrado me iré,
ronco al gritar que volveré
repartido en el aire a cantar,
siempre.

Mi razón no pide piedad,
se dispone a partir.
No me asusta la muerte ritual,
sólo dormir, verme borrar.
Una historia me recordará
siempre.

Veo el campo, el fruto, la miel
y estas ganas de amar.
No me puede el olvido vencer,
hoy como ayer, siempre llegar.
En el hijo se puede volver
nuevo.



1965

Hay hombres que caminan por las calles
con un sol en la frente, un diamante de luz,
con hambre de otra vida, con aire de combate,
hay hombres que se sientan a la mesa
y reparten su pan con gusto solidario.

Hay hombres que despiertan y sonríen
mientran dicen: hoy es el día.
Dan la mano como un acto de fiesta,
saludan como cantando un himno.

Hay hombres que de noche tienen sueños justos,
destierran ángeles corruptos
y al despertar, para salvar la tribu
van presurosos a sus puestos de lucha.

Esos que son así, como usted, son los hombres libres.

Hamlet Lima Quintana


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Eso ha sido todo por hoy. Desde las primaverales callecitas de Buenos Aires, se despide Víktor Huije, un poeta de poca monta que sigue homenajeando a los verdaderos poetas.

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