lunes, 11 de septiembre de 2006

11/9




El mundo entero vive hoy una jornada de luto. ¿Quién podría dudarlo? Por lo menos aquí, en Buenos Aires, desde hace días los canales de televisión vienen publicitando programas especiales para conmemorar el luctuoso atentado a las Torres Gemelas, bastión ideológico del capitalismo. Sin dudas, el 11 de septiembre ha marcado un antes y un después.

Sin embargo, pocos recuerdan otro 11 de septiembre que marcó el comienzo de una época de oscurantismo para gran parte del orbe. Como bien lo ilustra la imagen que publico hoy, el 11 de septiembre de 1973 cae el gobierno de Salvador Allende, en mi querido Chile.

Por aquellos años, yo era apenas un pendejo de once años aficionado a la lectura de Mafalda e influenciado por las ideas de izquierda de un hermano melenudo que ya rondaba los 20. O sea, no era un pendejo cualquiera. tenía alguna idea de lo que eran las ideologías y de lo que habían hecho los militares en mi país. Sobre todo, tenía muy clara en mis retinas las imágenes del gobierno de Onganía con sus soldados y sus tanques en la calle, reprimiendo manifestaciones, golpeando estudiantes y obreros. Mi hermano había grabado en un cassette y escuchado hasta el cansancio el último discurso de Allende desde la Moneda:

“...Colocado en un trance histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. ¡Trabajadores de mi Patria!: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, espero que aprovechen la lección. El capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, crearon el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición...
¡Trabajadores de mi Patria!: Tengo fe en Chile y en su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán de nuevo las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! , ¡Viva el pueblo!, ¡Vivan los trabajadores!
Estas son mis últimas palabras, teniendo la certeza de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.”

Durante años resonaron en mi inconsciente aquellas palabras y soñaba con ser, yo también, uno de los testigos de aquellas alamedas que dieran paso al "hombre libre". Casi sin darme cuenta, en un momento muy especial de mi vida, me vi frente a aquel palacio y transité por la Alameda... pero lo que encontré fue un Chile muy diferente al que Allende había soñado. No vienen al caso las comparaciones (ya no importa demasiado si es peor o mejor) pero el mundo entero es distinto al que yo mismo (y mi hermano que ya no está) soñamos alguna vez.

En estos días, no he escuchado muchas voces que recordaran aquel día infausto en el que la Rata Pinocha se alzó con el poder conferido por un golpe SUBVERSIVO en cuyos planes y riesgos previos ni siquiera había participado. He aquí uno de los villanos más villanos, más repugnantes, más cretinos que nuestras historias tercermundistas han generado. No sé si el común de la gente ha podido tomar conciencia de lo que la caída de Allende representó para la vida de todos los latinoamericanos.

Como argentino, después de 33 años sigo consternado y sigo lamentando que aquel Chile que pudo ser haya sido tronchado de un sablazo vil, manchado por el rojo de la sangre compatriota y por el verde de los dólares de la CIA.

Ningún asesinato trae gloria. Pero mucho menos los que se asientan en la mezquindad, el desprecio, la codicia y la intolerancia.

El 11 de septiembre de 1973 murió Salvador Allende en La Moneda, un hombre que (con errores y aciertos) trabajó para que su gente pudiera alcanzar la dignidad que los poderosos siempre le negaron. Hoy día, casi nadie lo recuerda. Por eso no quería dejar pasar la ocasión de rendirle un homenaje, por sencillo que fuera. Porque sigo recordando aquel discurso y sigo recordando aquella figura que, desde mi infancia, me sigue repitiendo al oído que nunca podré ser completamente feliz si no lo son también los que me rodean.

Eso es todo por hoy. Después de un corto descanso, desde las riberas templadas del Río de la Plata, se depide Víktor Huije, apenas un ser humano para quien el olvido es la mejor careta de la indiferencia.

5 comentarios:

Gustavo López dijo...

Don Huije, usté no entiende... es más importante ver qué va a pasar con el partido de Boca y Gimnasia que se suspendió el domingo que recordar lo que no hay que olvidar.

Anónimo dijo...

Cierto Guz!!!! Qué boludo que soy!!!!

Anónimo dijo...

Cierto Guz!!!! Qué boludo que soy!!!!

Señorita Cosmo dijo...

Bueno... es el día del maestro también... ¿no?... ¿no?

facu. dijo...

que bueno que no seamos tan pocos los que nos acordemos de Allende y del chile que pudo ser..

yo naci 15 años despues de ese 11 deseptiembre..pero la historia del golpe de estado en chile fue una de las primeras cosas que me contaron del abuelo que nunca conoci

mi abuelo, militante y concejal socialista, habia seguido el proceso chileno con el entusiasmo de un pibe..
una de las primeras cosas que mi papa me cuenta es haberlo verlo llorar escuchando las noticias sobre la muerte de allende y del chile quepenas empezaba a nacer.
Creo que con esa historia me desyune sobre la dictadura y los desaparecios (de uno y otro lado de la cordillera).

ya mas grande me entere que en mi casa (la de mi familia) hubo por algunos dias unos matrimonios chileno exiliados.

Mi abuelo murio unos pocos años despues antes de que los militares secuestraran tbm a la argentina...

Allende es para mi no solo importante por lo que significo y lo que intetn ohacer (y hace muy poco, ya crecido, que lo pude entender) sino tbm como algo personal, algo ligado a ese abuelo que extraño sin haber conocido

unsaludo

Novelas de Carlos Ruiz Zafón