martes, 19 de septiembre de 2006

NO ACLARE QUE OSCURECE


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Sigo leyendo a Meccia (el artículo que me facilitó mi amigo Fernando) y, en este caso, se mete con la ideología machista.

Afirma que "la función central de toda ideología es interpelar y constituir a los individuos en sujetos". Lo cual me dejó culo pa' arriba porque no se entiende mucho. Pero como soy de los que no le tienen miedo al diccionario, agarré el mataburros y busqué la palabreja crítica para entender de qué iba la cosa.


INTERPELAR: Requerir a alguien para que dé explicaciones o descargos sobre un hecho cualquiera.

O sea que la ideología se regodea en nuestra obligación de rendir cuenta permanentemente de nuestros actos. Del mismo modo, nos transforma en sujetos de la norma, a partir de nuestra compulsión a satisfacer sus exigencias, como si fuera un ritual.

Meccia explica el asunto con un ejemplo cotidiano: una persona que camina por la calle oye el silbato de un policía e instintivamente se da vuelta. "Sin poder explicar por qué, la persona reconoció que el chiflido le estaba destinado a ella, a pesar de no haber hecho nada". He aquí una reacción injustificada, producto del "reconocimiento ideológico" y del desconocimiento del proceso que posibilita dicho reconocimiento.

Probablemente, nadie como los miembros de minorías sexuales puede entender cabalmente el sentido de la expresión "darse vuelta". Acostumbrados a los insultos públicos, "darse vuelta" es querer ver la cara del que gritó "puto", "torta" o lo que fuere dentro de este tenor.

La sociedad está regida por interpelaciones (pedidos de explicaciones) heterosexuales desde el momento en que, cuando se conoce a una persona, uno presupone que su tendencia erótica está orientada hacia las personas del sexo opuesto. Estas interpelaciones marcan a fuego la identidad de los sujetos. Los aparatos ideológicos del sistema (la familia, la iglesia, la escuela, los medios de comunicación, etc.) son instituciones cuya función específica es la de transmitir la ideología dominante y, a partir de ellas, se forma una concepción pérfida del ambiente gay y lleva a muchos homosexuales a despreciar a la homosexualidad, a los demás homosexuales y a sí mismos, con las mismas palabras difamadoras de las interpelaciones. En este contexto, todo gay, lesbiana o trans se somete diariamente a un monitoreo de sus conductas públicas, por ese temor a parecer "sospechoso" ante los "normales". ¿Quién de nosotros no se preguntó alguna vez si se vería igual a la marica que acababa de pasar a nuestro lado? ¿Quién no se ha excedido en explicaciones del tipo "yo soy gay... pero no soy marica"?

Porque parece ser que la ideología hétero nos obliga (no tanto a SER machos sino) sobre todo a PARECER machos. Si no se nota que soy puto, está todo bien. Si aprendo a disimularlo como se me exige, mi vida será un vergel, mi familia me amará, me ascenderán en el trabajo, seré un miembro encumbrado en la sociedad y hasta es posible que encuentre otro puto (igualmente discreto como yo) que se quiera "casar" conmigo. Ahora bien, si el disimulo es deficiente, habrá que aclarar permanentemente que uno no es lo que parece. Explicar, por ejemplo, que el gusto por Madonna o por el uso de ropas ajustadas, que ese contoneo irreprimible al caminar o los incontrolables agudos de la voz no representan "necesariamente" una falta de virilidad. Es decir que se genera una "racionalización sistemática" de nuestro modo de vida que pretenderá justificar nuestros actos, pero siempre "partiendo desde" y "dirigiéndose a" la norma heterosexual. Habrá que dejarlos tranquilos: no soy un orgulloso chupavergas.

Otros discursos "probatorios" recurren a la exclusión. Los afeminados, los pasivos y los que ostentan cierto grado de frivolidad tienen poco rating a la hora de buscar una pareja estable o de manifestarse como diversos. Es común encontrar, en los avisos de contactos de las revistas de ambiente, aclaraciones tales como "pasivos abstenerse" o "no soy afeminado".

Es claro: "el ideal de homosexual y de homosexualidad de los gays está fabricado con imágenes provenientes de la interpelación heterosexual".

¿Es claro? Para los putos, el puto perfecto es el que los machos aprueban: el que es pero no parece.

Falta mucho todavía para crear las condiciones que den lugar a una "interpelación homosexual" que modifique las bases conservadoras y homofóbicas de la sociedad. Sin embargo, no dudo de que llegará el día en que la identidad sexual de las personas no será importante. Pero para ello, será necesario un enorme trabajo por parte de las organizaciones defensoras de las minorías sexuales.

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Esto ha sido todo por hoy. Más adelante seguiré con el análisis de este interesantísimo texto. Por ahora, desde las cálidas veredas rotas de la Misteriosa Buenos Aires, se despide Víktor Huije, un cronista que cada día es y parece más.

1 comentario:

R.C. dijo...

No tengo nada mas que decir que me encanta tu forma de plantear las problemáticas... y los asuntos no problemáticos, les das un matiz distinto... al inicio de este texto con un toque "lemebelesco"... interesantes críticas.

Saludos desde Santiago.

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