martes, 17 de octubre de 2006

EL CUENTO DE LA BUENA PIPA


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Cuando yo era chico, una manera de bromear con los amigos (o de exasperar a los mayores) era jugar al "Cuento de la Buena Pipa". El juego consistía en preguntar: "¿Querés que te cuente el Cuento de la Buena Pipa?". El interlocutor desprevenido respondía "Sí" o "Bueno" o "Dale", a lo cual uno le respondía (dependiendo de la respuesta que hubiera dado el otro): "¡No! Yo no te dije BUENO. Yo te dije si querías que te contara el Cuento de la Buena Pipa". Obviamente, el otro daba otra respuesta y uno volvía a la carga: "¡No! Yo no te dije 'TAL COSA'. Yo te dije si querías que te contara el Cuento de la Buena Pipa". El juego (a la larga, irritante y agotador para todos) terminaba cuando el interpelado se retiraba derrotado o cuando la madre o el padre amenazaba con castigarnos.

Esta tarde, mientras escuchaba la radio y reflexionaba acerca de esta nueva demostración de necrofilia de nuestra patria peronista, dieron la noticia de los incidentes en la Quinta 17 de Octubre, de San Vicente. Para los que no estén muy al tanto de los acontecimientos y deseen estarlo, un poco (poquito, apenas lo indispensable) de historia.

En nuestro país, hoy se celebra el "Día de la Lealtad Peronista". Allá por 1945, gobernaba la Argentina un militar (¡vaya casualidad!), el Gral. Edelmiro Farrel. Bueno... en realidad eso de que "gobernaba" es un eufemismo, ya que las diferentes facciones que lo mantenían en el sillón presidencial lo sacudían de un lado a otro como a un monigote. Uno de los personajes más importantes era, nada más y nada menos que, el entonces Coronel Juan Domingo Perón, quien había logrado acaparar los cargos de Ministro de Guerra, Vicepresidente y Secretario de Trabajo. Los enfrentamientos de Perón con el embajador de los EUA (Spruille Braden) y los miembros más conservadores de la política del momento, llevaron al arresto del Coronel. Pero las manifestaciones populares (encabezadas por Eva Perón y la cúpula de la CGT) lograron su liberación, el 17 de Octubre de 1945.

Así se inicia una larga historia de encuentros y desencuentros entre Perón y la Nación Argentina, que no viene a cuento detallar ahora.

El asunto es que el después General Perón y su esposa Eva fijaron residencia en una quinta de la localidad bonaerense de San Vicente, a la que se le dio el nombre de "Quinta 17 de Octubre" por razones más que obvias. El GENERAL (en nuestro país, esta palabra solo puede relacionarse con ÉL) regresó al país en 1973, después de 17 años de exilio tras su derrocamiento, y murió el 1º de julio de 1974.

Durante estos años, el cadáver del GENERAL fue zamarreado, desvestido y vestido decenas de veces, peinado y despeinado, profanado y robado (algún morboso coleccionista le cortó las manos en el '77) y, al día de la fecha, todavía no puede descansar en paz. Hasta le salió una hija que reclama herencia. Pero una de las últimas geniales ideas de sus herederos políticos ha sido la de trasladarlo una vez más. En esta oportunidad hasta el que sería el lugar definitivo de su descanso: La Quinta 17 de Octubre, en San Vicente.

Más allá de todas las opiniones a favor o en contra, el cuerpo fue puesto en un nuevo féretro y esta mañana se inició una larga caravana que partió desde la Chacarita y, luego de pasar brevemente por la sede de la CGT, se dirigiría hasta San Vicente. Obviamente, nadie quería quedar fuera de la foto y todos los dirigentes se pelearon por llevar el ataúd. Demasiadas manos para tan pocas manijas. Y, siguiendo el ejemplo de sus representantes, en San Vicente, los matones peronistas también se pelearon con piedras y balas, para ocupar un sitio destacado junto al monumento, cuando el GENERAL llegara a la supuesta última morada.

Otra vez la violencia. Otra vez la barbarie. Otra vez la vieja historia de las luchas estériles que solo generan fastidio, desazón y desesperanza. Algo así como el "Cuento de la Buena Pipa". Pero cuando hay gente que resulta herida o directamente muerta, la cosa deja de ser un juego.

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Esto fue todo. Desde las callecitas de la Misteriosa Buenos Aires se despide Víktor Huije, un cronista que a veces no puede evitar sentir vergüenza ajena.

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3 comentarios:

Gustavo dijo...

¡Que historia extraña!
Igual, no deja de sorprenderme la gente.

Sigo paseando por tu blog, que hay mucho y bueno pero lleva tiempo el leer.

Araña Patagonica dijo...

Posiblemente, si no le hubieran afanado las manos, se hubiera escapado del féretro y los hubiera agarrado del cogote a todos esos "trabajadores" uno por uno.
No tengo dudas...
Un beso

Gustavo López dijo...

Para un peronista, no hay nada mejor que otro peronista.

Novelas de Carlos Ruiz Zafón