jueves, 7 de diciembre de 2006

EL RECHAZO HACIA LOS BISEXUALES TAMBIÉN EXISTE por Ericka Villegas

La BIFOBIA es ese lastre de ser consideradas personas inmaduras, indeseables, indecisas, incluso inexistentes, por el simple hecho de manifestar o sentir atracción hacia personas de más de un sexo o género.

Resulta lógico suponer que, para una persona que manifiesta sentir atracción hacia personas de más de un sexo o género, se multiplican por dos, e incluso, exponencialmente las posibilidades de amor y placer; se piensa que, no habiendo “problemas de estacionamiento”, tampoco existe la necesidad de relacionarse en pareja y, por ende, la vida se vuelve tan sencilla que, quienes así se viven, pueden mantener una eterna adolescencia sin pensar en compromisos ni responsabilidades en una suerte de Peter Pan viviendo por siempre en El País de Nunca Jamás.

El inevitable adjetivo consiguiente, que suele atribuirse a quienes experimentan dicha preferencia -o, que carecen de orientación, dirán algunas/os- es INDECISA/O, lo que a su vez llega a convertirse en: INDESEABLE. ¿Quién en su cabal juicio –opinan algunas personas- puede tomar en serio y relacionarse con una persona que no sabe ni lo que quiere ni lo que le gusta, que no se define ni siquiera en algo tan elemental como su orientación sexual? Así, el “estado edénico de amor y placer sin límite” atribuido de inicio, sufre su primera gran sacudida al convertirse, la misma flexibilidad erótico afectiva que le da origen, en un obstáculo para la libre relación con la otredad.

¿Qué hacer cuando, al mostrar la totalidad del sentir y amar, una persona se convierte en proscrita? ¿Esconder? ¿Esconder qué? ¿La mitad de sí misma? ¿La mitad de… de una percepción que aparenta carecer de significado? ¿En qué se convierte una persona que se divide y oculta por lo menos una faz al exterior cuando no existe ni siquiera una palabra que defina y brinde una nimia certeza? Desde luego, lo más sencillo, aproximado o único es autonombrarse, y solo para sí, como: HETEROFLEXIBLE.
Queda, desde luego, mucho más que decir a partir de esta etiqueta, pero en un mundo dicotómico donde sólo se comprende la monosexualidad y, por supuesto, heterosexual, mientras se rechaza la contraparte homosexual, aparentemente no hay lugar para decirlo. Por otro lado, la mencionada alternativa opuesta, la homosexual que, eternamente cuestionada, satanizada y hasta perseguida, comunmente se mantiene como una orientación marginal que tiene que cuidarse y combatir a un enemigo poderoso que tiene nombre y fuerza propios: La HOMOFOBIA.

Pero, quien se encuentra en un punto distinto a la homo o heterosexualidad, también en los espacios de personas homosexuales tiene necesidad de esconderse, de negarse por miedo a… ¿A qué? ¿Será que acaso existe también algo llamado heterofobia? ¿puede temerse a la vez a la heterofobia y a la homofobia cuando no se es ni homo ni heterosexual? Y es que, el sentir atracción hacia alguien del propio sexo o género no se antoja suficiente para definirse homosexual cuando la atracción de tipo “heterogenérica” o heterosexual está presente a la vez. Luego de mucho indagar, es posible encontrarse de manera fortuita con una definición que alguien, la más de las veces de forma despectiva, arroja hacia quienes juzga entes anormales para separarles de las personas que por haberse expresado homo o hetero, pueden considerarse “sanas”: Bisexuales.

¿Y qué es una persona bisexual? ¿Acaso, el prefijo bi, no denota ambigüedad entre dos polos opuestos? ¿Acaso el sentir y el amar sólo puede procesarse en códigos binarios? Definitivamente, admitirlo, implicaría reducir la vastedad humana (donde la transgeneridad y la transexualidad tienen mucho que opinar) a la misma dicotomía que plantea la monosexualidad con únicamente dos alternativas. No obstante, en espera de acuñar un término más adecuado, la bisexualidad se convierte en un estandarte más representativo, al que es más fácil apegarse y donde la condición de Indefinida/o pierde su sentido peyorativo y se convierte en sí misma, paradojicamente en una definición.

Habiendo al fin identidad, el enemigo también adopta un nombre. Ese lastre de ser consideradas personas inmaduras, indeseables, indecisas, incluso inexistentes, cuando se piensa que la bisexualidad es un estado transitorio de la homosexualidad a la heterosexualidad y a la inversa, se llama BIFOBIA y, algunas de las formas más importantes para suprimirla, en aras de la libre expresión de una orientación sexual completa y claramente definida son, como en otras orientaciones, refutando, con información, al prejuicio y, quizás más que en otras formas de disidencia sexo-generica, combatiendo la invisibilidad. De ahí la importancia de definirnos bisexuales y denunciar que la bifobia está ahí; la ejercen y la padecen muchas personas, acaso sin querer, acaso sin darse cuenta o sin saber que existe, quizás quien ahora mismo se encuentra junto a ti… Quizás tú misma/o.


Fuente: http://www.gayguatemala.com/articulos/art45.htm
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Por si a alguien le gusta, acá van algunos de los videos que mi marido filmó con la camarita de fotos, el domingo pasado en mi presentación en MUSAS.




Espero que les haya gustado.

Esto es todo por hoy. Desde las callecitas de la misteriosa Buenos Aires, se despide Víktor Huije, un cronista de su realidad que desde ahora la canta.

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