miércoles, 26 de julio de 2006


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Hay veces en que siento que todo o casi todo está perdido. Discrepo con Pito Fáez.
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Los padres de una joven de 19 años, que padece una discapacidad mental y quedó embarazada a raíz de una violación, pidieron que se le practique un aborto, de acuerdo con lo que prevé el Código Penal. El artículo mencionado dice en forma expresa que el aborto “no es punible” cuando el embarazo “proviene de una violación o de un atentado al pudor cometido sobre una mujer idiota o demente”.
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Sin embargo, el pedido de la familia de la joven fue desestimado por la jueza de primera instancia Inés Noemí Siro. “Es difícil dejar de lado la formación jurídica y cristiana”, dijo la jueza. Pero lo más increíble es que la Cámara de Apelaciones ratificó el fallo con los mismos argumentos que Siro. Ahora deberá decidir la Corte Suprema Provincial.
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Este asunto tan controvertido generó un artículo aparecido en el diario "PÁGINA 12" en el día de hoy. Su autora, Sandra Russo, hace un planteo muy diferente al de los magistrados. Y uno, que está huérfano de principios religiosos (a Dios gracias) no puede menos que estar de acuerdo con ella.
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Dice la Russo: "Es muy difícil intentar imaginarse cómo funciona una conciencia que no puede cargar con el peso de una decisión prevista por la ley. Es más difícil aún imaginarse esa conciencia si se trata de la de una jueza, de la de alguien que debe ajustarse a derecho.
La objeción de conciencia hasta ahora fue esgrimida por médicos que por convicciones personales se negaban –se niegan– a prescribir métodos anticonceptivos a menores de edad. Para el aborto la objeción de conciencia no es necesaria porque el aborto es ilegal. Salvo en casos extremos, en casos insalvables, en casos cuya crudeza desborda cualquier prurito moral. En casos tan desgarradores como éste: el de una incapaz violada. Así lo indica la ley, con ese lenguaje descarnado y hasta peyorativo, con una coma célebre que a veces es interpretada como inclusiva de todas las mujeres violadas, y la mayoría de las otras veces como un límite que circunscribe la admisión del aborto a una mujer violada e incapaz.
Pero ahora, la insólita e inexplicable objeción de conciencia de una jueza parece conducir la vida de esa incapaz violada hacia una horrible maternidad, porque hay que decir esto. Hay que decirlo. Hay maternidades que son horribles. Que son condenas. Esa conciencia que se interpone entre el rigor de la ley y el aborto solicitado para interrumpir el embarazo de esa incapaz violada es una conciencia que, presuntamente, favorece la vida. Que sacraliza la maternidad en cualquiera de sus formas. Y hay formas de la maternidad que destilan padecimiento. Hay formas de venir a este mundo que son inviables. Hay dilemas mucho más complejos y profundos que el planteo al que esa jueza parece responder.
La vida no puede convertirse en un salvoconducto moral de almas simplificadoras. La vida no puede ser una bandera sucia de dolor ajeno, y la conciencia de nadie puede tranquilizarse porque decida esconderse en un cliché. Y en definitiva, si alguien es tan católico como para no sentirse apto en el momento de aplicar la ley, ese alguien no puede ser juez. No puede la vida ya viviente de nadie estar en manos de un tipo de conciencia así. No puede el destino de nadie ser decidido por un dogma que es personal, particular, específico y antojadizo, porque eso y nada más que eso es el dogma católico, en este caso, para una ciudadana que pide por justicia."

3 comentarios:

Gustavo López dijo...

EL tema del aborto no es nada sencillo.

Por un lado está lo que "debe ser", es decir al margen de lo legal, si está bien el aborto o no? Hay distintas opiniones, todas válidas x + q fuesen opuestas.

Por otro lado está lo q "es" legal y lo q no lo es. El aborto no es legal en nuestra legislación, salvo las excepciones q da el Cód. Penal. Entre esas excepciones está este caso, por lo q legalmente debería aceptarse este aborto (si bien para la ley, en su espíritu, no se basa en la crianza futura del niño sino en la posibilidad de q nazca un chico con problemas).

La justicia dirá...

Anónimo dijo...

Me parece una locura.. pero como dice mi antecesor.. la justicia tiene la ultima palabra..
Muy buenas las palabras de Sandra Russo. Me gusta como escribe y muy acertadas sus afirmaciones. Besos

Señorita Cosmo dijo...

Una maza Sandra Russo. Era mi escritora preferida de la revista "Humor" allá por los 80.
Y estoy totalmente de acuerdo con lo que plantea de "jueces y religión". Ningún juez que sea demasiado católico, islámico, budista o lo que sea, debería decidir sobre la vida de otros si no puede pensar de manera laika.
¡Pero andá a decírselo a los católicos!!

Novelas de Carlos Ruiz Zafón