lunes, 14 de septiembre de 2020

Morir de amor



Si la memoria no me traiciona, la primera vez que canté esta canción en un espectáculo fue en febrero de 2007. El marco era una presentación conjunta con mi amigo Walter Ibañez, cuando formábamos parte de esa ya mítica asociación en defensa de los derechos LGBT, llamada GLOBA (Gays y Lesbianas del Oeste de Buenos Aires). Eran épocas de militancia y (con todas nuestras limitaciones) nuestro enfoque estaba centrado en lo cultural.

La fecha elegida era el 14 de febrero y el nombre, SAN VALENTÍN DIVERSO.

Fue Ibáñez el que tuvo la feliz idea de organizar ese evento donde desplegamos un amplio y ecléctico repertorio de canciones que hablaban (con mayor o menor evidencia) de aquellos amores vedados por la cultura machista y homofóbica. Más allá de las calidades interpretativas, aquella fue una idea que marcó época en la comunidad LGBT del oeste. Aun hoy nos siguen recordando por aquella noche. En lo personal, pocos recuerdos de mis actuaciones me generan tanto cariño.

Hace unos días y porque sí, pensé en esta canción de Aznavour cuya versión en castellano habla tan claramente de los amores perseguidos. Los nuestros incluidos. Ignoro quién es el responsable de la traducción (en la década de los 70, el que solía encargarse de esos menesteres era Ben Molar) pero sospecho que hizo a través de ella un guiño muy especial.

La Argentina de hoy es bastante diferente, aunque no lo suficiente, y para muchos el mensaje de la canción pierde un poco de sentido. Sin embargo, aunque no quieran verlo, sigue vigente.
El amor que desconoce reglas y limitaciones sigue representando una afrenta, un peligro para aquellos que aseguran sus ideas con broches y suelen asustarse ante las brisas de rebelión. Sienten que los amores disidentes cuestionan los propios. Sienten sin razonar. Sienten sin dejar ser, que es lo único que les ofrece seguridad.

En honor a esos amores libres, aun cuando los carguen de cadenas, va esta canción, celebrando que todavía haya quienes desechan la posibilidad de la muerte, que no debería ser opción y, en absoluto, es una solución.



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