lunes, 20 de julio de 2020

La misma pero distinta


La curiosidad siempre me ha deparado lindas sorpresas (y aquí imagino la sonrisa de alguien que bien sabe que, en general, las sorpresas me producen urticaria).

En estos tiempos de cuarentena, las noches vacías me llevan a refugiarme en uno de mis grandes placeres: el cine. Y en busca de una película que recomendara un amigo, encontré por casualidad, en Cuevana, otra que estaba por completo fuera de mis espectativas.

Desde que la vi por primera vez, con mis hijos todavía pequeños, Mulán me ha parecido (¡por lejos!) la mejor película de Disney (aun considerando que, como hija dilecta del cosmos hollywoodense, sus guionistas gustan de no respetar las historias tradicionales, sobre todo tratándose de culturas ajenas a su universo de dólares y hamburguesas). La epopeya de esa muchacha guerrera, heroína en un mundo machos, siempre me pareció inspiradora, un ejemplo de que un ser humano vale por lo que alberga en su corazón y en su mente y no por lo que la naturaleza le puso entre las piernas. Una moraleja de ese calibre, unida a la espectacularidad y el exquisito arte de los que la productora suele hacer buen uso, la transforman (junto con Bichos) en una de mis películas de animación preferidas.

Fue por eso que, al ver la publicidad de una versión de Mulán cuya existencia desconocía por completo, mi curiosidad no pudo reprimirse y abandoné al instante la búsqueda inicial.

Y me encontré con una película china de esas que no le hacen asco a la espectacularidad ni a la belleza de sus tradiciones. Contrariamente a la versión animada de Disney, esta Mulán no pertenece a la familia Fa sino a la familia Hua (lo cual se ajusta a la verdadera leyenda de la heroína) y, por sobre todas las cosas, es una mujer que dista muchísimo de ser la niña grácil e inexperta que marcha a la guerra ayudada por su dragoncito Mushu. Esta es una Mulán que, aun bajo su aspecto de jovencita normal, está acostumbrada a repartir castañazos entre los varones de su aldea y se atreve a ser la defensora de los desvalidos. Su padre sí es un hombre anciano que apenas puede con su alma pero, a diferencia de la versión famosa, esta Mulán tiene un hermano varón, aunque demasiado pequeño como para acudir al ejército en representación de la familia. El entorno histórico también es diferente: los hunos son ahora una horda de guerreros rouran, una etnia asiática vinculada a los mongoles y comandada, eso sí, por un despiadado líder llamado Chanyú; los hechos transcurren en el reino de Wei del Norte, uno de los estados en que se dividiera el Imperio Chino entre los siglos III y VI; y si bien la película no adolece de las típicas y fantasiosas luchas a las que nos tiene acostumbrados la cinematografía oriental, tampoco abusa de los efectos y nos plantea un conflicto muy humano y creíble. La gran diferencia, sin embargo, con cualquier epopeya hollywoodense se funda en el hecho de presentarnos una heroína que no necesita de una historia de amor adjunta para resaltar su valía.

En esta versión (a mi juicio extraordinaria) Mulán brilla con luz propia. Es un personaje femenino fuerte y con convicciones, que no necesita apuntalarse con una historia de amor. Esta es una mina que marcha a la guerra por el bien de su padre y su familia y, una vez en el ruedo, se descubre sentimientos de patriotismo y camaradería que cualquier machirulo supondría imposibles en un ser humano sin testículos. De todos modos, no por ello deja de ser mujer ni femenina y eso mismo nos obliga a un replanteo de los estereotipos. Sin obviedades, en todo momento y silenciosamente, flota en la trama un cuestionamiento muy actual: ¿qué es ser una mujer?

Tal vez mi opinión no sea de mucha trascendencia, en función de que suelo escribir estas críticas demasiado en caliente, pero esta nueva versión de Mulán (estrenada en mayo de este año 2020, dirigida por Chen Cheng y de la que destaco, además, una maravillosa banda sonora) es digna de ser disfrutada. O al menos merece una oportunidad. Como se trata de una película china, no encontrarán demasiados obstáculos para verla en línea de manera gratuita. Su título occidentalizado es Matchless Mulan (Incomparable Mulán) que, según el traductor de Google, es traducción del título original (无双花木兰). Presten atención, porque hay otra película, también china y con la misma trama, pero no es la misma que aquí presento. En todo caso, pueden verla en el sitio de Cuevana, donde taimadamente la ilustran con la portada de la nueva versión de Disney (la que no es animada), como supuesto enganche que la calidad de la verdadera película no necesita.


Esto ha sido todo por hoy. Desde las covideadas callecitas de nuestra extraña Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Nuestra Señora de los Buenos Aires, se despide Víktor Huije, un cronista de su realidad que siempre habrá de resaltar la importancia de estos personajes que se saltan la normas para permitirnos ver una realidad que no miramos.



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