martes, 20 de noviembre de 2007

POR LO MENOS ASÍ LO VEO YO


Como todas y todos sabrán, el último sábado 17 de noviembre se realizó en la siempre misteriosa ciudad de Buenos Aires la XVIª Marcha del Orgullo LGBT, esta vez con la participación de más de 25.000 personas, según la estimación de los organizadores. A pesar de que soy bueno para las matemáticas, este tipo de cálculos exceden mi capacidad, de modo que voy a creerles ya que, para la realidad argentina, 25.000 almas con sus respectivos cuerpos son mucha gente. Y de lo que sí puedo dar fe es de que el sábado, en la marcha, hubo mucha, mucha gente.

Curiosamente, la nota discordante este año no la dio ninguno de los participantes ni ninguno de los grupos ultracatólicos que suelen rodear la Catedral Metropolitana para salvaguardarla de vaya uno a saber qué mácula proveniente de nuestras impías humanidades. Es más, parece que este año los fanáticos fundamentalistas de la cruz tomaron conciencia del papel patético que representaron en ediciones anteriores de la marcha y se contentaron con un doble vallado alrededor del templo. Al menos yo no vi a ninguno de ellos hostigando a los manifestantes. Lo cual no descarta que anduvieran por las cercanías, atentos a cualquier movimiento "extraño" que pudiera justificar una de las intervenciones violentas a las que nos tienen acostumbradas y acostumbrados (esto del uso de un léxico respetuoso de los géneros es realmente agotador).

Este año (decía) los nubarrones de tormenta llegaron desde las oficinas gubernamentales que (como todas y todos sabrán) hicieron lo posible para boicotear la manifestación, en sospechosa concordancia con la ideología de las autoridades electas, que todavía no asumieron. Menuda decepciónse habrán llevado al ver que sus esfuerzos fueron insuficientes.

Debo reconocer que, por un momento, algunos dudamos del éxito del evento. Faltaba apenas una hora para comenzar a marchar y la Plaza de Mayo no bullía de gente como en años anteriores. Afortunadamente, a última hora empezaron a llegar más y más personas gracias a las cuales se conformó esa multitud que finalmente desfiló por la Avenida de Mayo. Una multitud que solo celebraba su diversidad. Miles de asistentes que pusieron el cuerpo para decir presente en una ocasión tan importante para la lucha por nuestro respeto. Cada cual con su idea y cada cual con su estilo. Contrariamente a lo que piensa la gran mayoría de las y los integrantes de nuestra ecléctica comunidad LGBT, yo soy de la idea de que debemos participar todas y todos a como dé lugar, aun desde el disenso, a fin de demostrarle a la sociedad homófoba que no nos da vergüenza ser quienes somos y que ya pasó el tiempo de agachar la cabeza ante el insulto o de fingir una heterosexualidad que nos duele y nos humilla.

Los aspectos negativos de esta edición 2007 de la Marcha del Orgullo LGBT en Buenos Aires pueden resultar (a mi juicio) casi anecdóticos.

Fue gracioso (por no confesar que me resultó patético e incluso indignante) ver a cierto pretendido activista de la nueva ola pintado y camuflado a los efectos de no ser reconocido en el caso de ser sorprendido por alguna cámara de TV, de las que se mantenía alerta casi con paranoia. Se me ocurre que ese tipo de actitudes no se condice con el compromiso y la convicción que deberían ser inherentes al rol de dirigente.

Como mero comentario, me llamó la atención el importante aumento del consumo de marihuana durante la marcha. Cualquiera hubiera podido "volarse" con solo inspirar profundamente. Todo bien con los porros, muchachas y muchachos, pero... ¿cuándo fue que las y los LGBT dejamos en masa de fumar tabaco?

Otro de los aspectos que yo anotaría en la columna del "no va más" es el de los shows (¿musicales?) del acto central frente al Congreso. Exceptuando a las chicas de Cumbia Queers, que hicieron un trabajo serio, divertido y de calidad (más allá de si nos gusta o no la cumbia), y los dos integrntes de La Marshall, que bailaron tango, los otros dos grupos que se presentaron en el escenario principal no estuvieron a la altura de las circunstancias y brindaron un espectáculo aburrido, larguísimo, pretencioso y desmovilizante. Tal vez, para el año próximo sería mejor afinar la puntería y dejar subir al escenario a artistas que incentiven al público a permanecer hasta el final.


Algo que me resulta preocupante (aunque se trate de un tema que trasciende a la marcha misma) es la reiteración, año tras año, de las consignas. Y que no se me mal interprete. No intento criticar sino hacer un llamado de atención sobre algo de lo que nadie habla: ¿cuántos años hace que marchamos enarbolando las mismas demandas? Leyes de matrimonio y de identidad de género, derogción de los códigos contravencionales, modificación de la ley antidiscriminatoria, de las normas que nos impiden donar sangre, inclusión de la diversidad sexual en los planes de estudio, etc., etc. Se ve que los elementos conservadore que abundan en los ámbitos del poder siguen desarrollando una tarea impecable. ¿O será que las y los activistas tendríamos que repensar nuestras estrategias a la hora de enfentarlos? En ese sentido y puntualizando una de las facetas más urgentes, las organizaciones LGBT deberíamos dejar de ser tan indulgentes con los medios de prensa (sin excluir a los propios de nuestra comunidad) que siguen reproduciendo una imagen distorsionada de nuestra realidad. La multitud que se manifestó el sábado 17 no era un conjunto homogéneo de chicas travestis con los pechos al aire. Sin embargo, en ninguno de los diarios ni en la televisión he podido encontrar una sola imagen, un solo comentario que reflejara la DIVERSIDAD que nos caracteriza y nos convoca. Ni siquiera en la nota que dedicara al evento Página 12 (que fue uno de los medios aplaudidos durante el acto central por haberse puesto al servicio de nuestra causa). En la página 23 del último domingo, el artículo firmado por Guadalupe Lombardo cae en los mismos lugares comunes a los que la prensa vernácula nos tiene acostumbradas y acostumbrados. En las seis imaágenes que la ilustran, las figuras centrales son travestis (y aclaro que esto no es un reclamo en contra de las chicas). Para rematarla, en el último párrafo, Guadalupe recalca que "Como todos los años, hubo camiones y carruajes LLENOS DE PERSONAS SEMIDESNUDAS bailando al ritmo de la músida disco". ¡Y eso no es cierto! En los camiones, la gran mayoría estaba vestido o vestida sin ningún tipo de indumentaria estrafalaria. Ni siquiera es cierto que todas las chicas trans estuvieran ligeras de ropas. ¿A qué marcha fueron la Lombardo y sus tantos colegas? Tampoco es cierto que lo único que se haya escuchado fuera música disco (perdonándole a la periodista el error de haber escrito "disco" cuando sin duda quiso poner "electrónica"). Fueron minoría, es cierto, pero no debemos olvidar la presencia del grupo de tambores de África y su Diáspora o la de la Lesbianbanda, cuyos estilos están en las antípodas del punchi-punchi.

Muy acertado el reconocimiento a la obra de León Ferrari y a los creadores del spot publicitario de Banco Provincia, pero se me ocurre que faltó un aplauso para Los Dogos, que este año ganaron el Campeonato Mundial de Fútbol Gay. ¿O es que sí se los nombró y yo me lo perdí?

De todas maneras, aunque el espacio que le he dedicado a lo negativo pueda resultar excesivo, el saldo de la marcha es positivo sin duda alguna.


Fue patente el aumento del número de asistentes respecto de la marcha del 2006. Es de destacar el clima festivo que reinó durante toda la tarde y noche, sin que se produjeran disturbios ni desmanes. También lo es la actitud del público heterosexual que presenció el desfile con respeto, así como también el compromiso solidario de muchos de ellas y de ellos que se plegaron a nuestras demandas marchando a nuestro lado. Se valora especialmente la importante presencia de algunos partidos y dirigentes de izquierda.

Fue correcto el desempeño de los conductores y de los activistas LGBT que subieron al escenario para leer las consignas. Destaco en este punto la claridad, la convicción y la fuerza que imprimió a sus palabras la dirigente Claudia Castro de LA FULANA, que puso su sangre y sus ovarios al servicio de las ideas, trascendiendo el mero discurso de barricada.

No quiero dejar de mencionar la presencia de nuevas organizaciones como ASHA (Asociación de Sordos Homosexuales de Argentina) que han iniciado hace pocos meses la dura tarea de bregar por el bienestar de un sextor de nuestra comunidad hasta ahora ignorado.


Resumiendo, la XVIª Marcha del Orgullo LGBT de Buenos Aires fue la renovada expresión de nuestras voces en reclamo del respeto que, como seres humanos, merecemos.


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Esto ha sido todo por hoy. Desde las callecitas de la siempre misteriosa Buenos Aires se despide Víktor uije, un cronista de su realidad que siempre ha estado, está y estará orgulloso de ser quien es.


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2 comentarios:

Unknown dijo...

Yo también tuve (más o menos) las mismas impresiones que vos.

Pregunta: el rubiecito que está en la última foto es sordo? Amplié la imagen y lo miré bien. Está como para que me enseñe lenguaje de señas, juas.

Mandale un beso de mi parte.

Gustavo López dijo...

Me pareció muy buena, una fiesta. Sin violencia, y con el detalle, poara mi piola, de que hayan aparecido el reclamo de derechos en pancartas que no solo identifiquen a las agrupaciones (MIsmos derechos con los mismos nombres, derogación de códigos de faltas que criminalizan la homosexualidad, derogación por tema prohibición de donar sangre a gays, etc,)
Ubiqué al activista que usté menciona. Omito opinar.

Saludos.

Novelas de Carlos Ruiz Zafón