lunes, 20 de julio de 2009

¿Amigues?

Durante mucho tiempo me he esforzado por demostrar que las relaciones afectivas entre personas del mismo género no difieren mayormente de las de las parejas heterosexuales. Entre gays y lesbianas suele haber asimetrías de poder económico, conflictos referentes a los diferentes roles a desempeñar dentro de la pareja, lealtades, celos, infidelidades y todos los etcéteras que une pudiere imaginar. Es decir que, parafraseando a Osvaldo Bazán, ser homosexual no significa nada. Sin embargo, en esta fecha tan cara a la idiosincracia argentina como lo es el Día del Amigue, se me dio por preguntar: ¿puede la amistad interferir en las relaciones de pareja entre dos personas LGBT?

Para una mujer heterosexual, los amigos varones de su marido-novio suelen representar un dolor de ovarios, básicamente porque el tipo suele pasar más tiempo con ellos que con ella. Abunda entonces en reproches por las habituales reuniones en el bar, los partidos de fútbol de los viernes por la noche y cosas por el estilo. Si aparece alguna amiga, en cambio, el fastidio trocará en desconfianza y/o paranoia en virtud de la potencial competencia a nivel sexual. Para su fortuna, la amistad entre el hombre y la mujer ha sido puesta en duda desde el inicio de los tiempos y, en general, las contrincantes no se presentan bajo la fachada de una tierna ovejita.

El hombre heterosexual, por su parte, acostumbra ver a las amigas de su esposa-novia (además de como amantes en potencia, si son de su gusto o le tiran onda) como un hato de brujas, apenas inferiores a su propia suegra en cuanto a su nocividad, que gustan en resaltar supuestos defectos del macho para hacerle la vida miserable. Nada que un verdadero macho no pueda manejar. La alarma se accionará si aparece un amigo heterosexual (de ella) que pueda serrucharle el piso. De no ser así, todo permanecerá dentro de los cánones habituales y él seguirá convencido de que el mundo gira en la dirección correcta.

Ahora, ¿qué sucede en las parejas LGBT?

Circunscribiéndome al caso de los varones gays, que es el que mejor conozco o creo conocer (las chicas lesbianas y les chiques trans tal vez puedan darnos oportunamente su punto de vista), opino que, respecto de los amigos, puede conformarse un caldo explosivo que va a estallar irremediablemente, si ambos miembros de la pareja no se manejan con sinceridad y prudencia. Sucede que para nosotros mantienen su validez todas y cada una de las consideraciones vertidas con anterioridad, con el agravante de que (además) un amigo gay de nuestro consorte también representa un contrincante. Uno que nunca falta, puesto que los gays tenemos gran afinidad a entablar amistad con otros gays.

Todo dependerá de la madurez y la confianza que exista en la pareja... Sí, sí, pero, ¿nunca les picó el bichito de la duda cuando perciben esa excesiva efusividad con que su marido-novio se despide de su amigo? ¿Nunca se les estrujó el píloro por querer saber de qué diablos se ríen entre cuchicheos? ¿Nunca le revisaron el celular para saber cuál es la razón que los impulsa a mensajearse de madrugada? ¿Nunca sintieron accesos asesinos al comprobar que ante su amiguito es siempre pura sonrisa y buen humor, mientras que en casa, a solas, se la pasa tirado en el sillón, mirando tele y despotricando contra lo mal que lo trata la vida?

Cierto es que hay casos y casos. Estas líneas intentan ser apenas un disparador que inspire algo de reflexión a favor o en contra de mis argumentos. Reflexión para ir en contra del entorno ¿no?

De todos modos, tampoco es mi intención abogar en contra de la amistad. Sobre todo cuando une misme tiene amigues querides e imprescindibles. Aprovecho la ocasión para saludarles a todes y cada une de les que me hacen más hermosa la vida.

FELIZ DÍA, AMIGUES.

Esto ha sido todo por hoy. Desde las callecitas de la siempre misteriosa Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Nuestra Señora de los Buenos Aires se despide Víktor Huije, un cronista de su realidad que (diga lo que diga) ha hecho de la amistad un culto, al mejor estilo serratiano:

Mis amigos son gente cumplidora
que acuden cuando saben que yo espero.
Si les roza la muerte disimulan.
Que pa' ellos la amistad es lo primero.




1 comentario:

Gustavo dijo...

¡Pero mi amigo, como lo extrañaba!
La última vez que me deleité tanto con una lectura fue en el bulín de su amigo Don Arturo.

Un beso para usted y otro para el Don A.

Novelas de Carlos Ruiz Zafón