Hace algunos meses, una persona que yo quiero entrañablemente (conocedor de mi pasión por dicurrir respecto de los más variados temas de actualidad) criticaba con buenos argumentos mi repentino y monotemático giro hacia la cuestión LGBT. Palabras más, palabras menos, decía extrañar a aquel Víktor cuya óptica iba más allá de la homosexualidad y la homofobia. En mi defensa (si es que tuviera que plantear alguna) puedo aducir que todo ser humano suele transitar a lo largo de su vida por diferentes etapas y que a mí me llegó el momento de comprometerme de lleno con una temática que no solo es cara a mis sentimientos, sino que además se ha transformado en una cuasi obligación moral y espiritual. Después de tantos años de inaccion, es para mí una necesidad contribuir a la causa por medio de la simple exteriorización de mi pensamiento, ineludiblemente mixturado con ese sesgo emotivo e intimista que me caracteriza.
No obstante, ello no significa que el resto del universo haya dejado de tener peso en el conjunto de mis intereses. Muy por el contrario, sigo atento a todo aquello que desde siempre atrajo mi atención. Los años y la experiencia suelen machucarnos la carrocería pero el chasis que la sustenta no se modifica en mayor grado.
Sin ir más lejos, por estos días leía sobre la aprobación de la llamada "Directiva Retorno" por parte del Parlamento Europeo y se me dio por pensar hasta qué punto el mundo no nos está dando inequívocas señales de que está girando al revés. La mencionada disposición establece que, a partir del 2010, lxs inmigrantes indocumentadxs que residan en el territorio de la Unión Europea deberán aceptar el "abandono voluntario" de los países comunitarios o, de lo contrario, ser expulsadxs. Esta medida afectará a más de 8 millones de personas y, por supuesto, ha dividido a la opinión pública internacional. Hugo Chávez amenazó con no comercializar el petróleo venezolano con los países que adhieran a la que denominó "Directiva Bochorno", aunque el más duro fue su par boliviano quien recuerda que las últimas disposiciones migratorias europeas violan nada menos que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con la que lxs europexs suelen llenarse la boca cada vez que pavonean sus principios “democráticos”. Dice Evo: “Estamos bajo intensa presión de la Comisión Europea para aceptar condiciones de profunda liberalización para el comercio, los servicios financieros, propiedad intelectual o nuestros servicios públicos. Además a título de la ‘protección jurídica’ se nos presiona por el proceso de nacionalización del agua, el gas y telecomunicaciones realizados en el Día Mundial de los Trabajadores. Pregunto, en ese caso ¿dónde está la ‘seguridad jurídica’ para nuestras mujeres, adolescentes, niños y trabajadores que buscan mejores horizontes en Europa? Promover la libertad de circulación de mercancías y finanzas, mientras en frente vemos encarcelamiento sin juicio para nuestros hermanos que trataron de circular libremente... Eso es negar los fundamentos de la libertad y de los derechos democráticos”.
Tema arduo si los hay en el que quedan expuestas las más bajas miserias humanas, cuyo objetivo explícito en este caso es el de entronar la xenofobia y el deprecio por quienes alguna vez supimos brindarles (a lxs europexs) un espacio donde resarcirse de sus propios agobios.
Recordé de inmediato las palabras de Pedro Zerolo (el pasado 17 de mayo en ocasión de la celebración del Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, acto que yo mismo comentara en estas mismas páginas hace un mes): "En Europa se empieza a ver de nuevo la garra de la ultraderecha política y del integrismo religioso. En esa Europa a la que siempre hacemos referencia como el paraíso de las libertades, empiezan a escucharse discursos ultraconservadores, homófobos, machistas, racistas y xenófobos. Pero no por gente desconocida sino que esos discursos se escuchan en boca incluso de presidentes de república o gente de gobiernos de esa Europa que tenemos como referente".
Cabe preguntarse entonces cuánto tiempo les llevará a los miembros de esa ultraderecha integrista desbaratar los logros que nuestra comunidad LGBT ha conquistado (con mayor o menor éxito) en los distintos puntos del orbe. Porque (no nos engañemos) esta es una ideología que no sabe de fronteras, religiones, color de piel y (me atrevería a afirmar que) ni siquiera de orientación sexual. La ultraderecha ha plantado su pezuña a lo largo y a lo ancho de todo el espectro político y de pensamiento. Hoy son lxs inmigrantes indocumentadxs. Mañana ¿quién sabe? Tal vez les llegue la hora (como ya ha sucedido en el pasado) a lxs que profesen tal o cual religión, o a lxs que gusten de vivir en carpas, o a lxs que prefieran llevar el pelo verde. Es obvio que dentro de esa lista también estaremos lxs que disfrutamos del amor con personas de nuestro mismo sexo.
Y en tanto nos llega la hora de enfrentarnos a la mordaza ¿qué? ¿Nos quedamos de brazos curzados viendo como son avasallados los más elementales derechos de las personas? ¿Miramos para el otro lado con la exsusa de que esa es una cuestión que no nos atañe? Se cae de maduro que no será esa la mejor postura. Ya lo decía el afamado filósofo de pacotilla contemporáneo, don Pancho Ibañez: "Todo tiene que ver con todo". Y nunca más a cuento la perogrullada como en este caso, donde lo que está en juego es la legitimación (por medio del silencio) de conductas y filosofías a todas luces discriminatorias. Y no interesa el objeto específico de la discriminación. Apelando a una expresión grosera pero estrictamente específica para esta cuestión, racismo, xenofobia y homofobia son la misma mierda con distinto olor. Olor y esencia de locura, odio, muerte y destrucción. Fobias que debemos enfrentar con compromiso y sin medias tintas. Fobias que, en realidad, no son tales, en tanto responden a ideologías perversas y no a una patología... pero eso dará para otra discusión.
Esto es todo por ahora. Desde las callecitas de la siempre misteriosa Buenos Aires se despide Víktor Huije, un cronista de su realidad que en esta oportunidad lxs invita a reflexionar sobre esta aversión que, más temprano que tarde, también recaerá sobre nosotrxs, si no hacemos algo para impedirlo.
No obstante, ello no significa que el resto del universo haya dejado de tener peso en el conjunto de mis intereses. Muy por el contrario, sigo atento a todo aquello que desde siempre atrajo mi atención. Los años y la experiencia suelen machucarnos la carrocería pero el chasis que la sustenta no se modifica en mayor grado.
Sin ir más lejos, por estos días leía sobre la aprobación de la llamada "Directiva Retorno" por parte del Parlamento Europeo y se me dio por pensar hasta qué punto el mundo no nos está dando inequívocas señales de que está girando al revés. La mencionada disposición establece que, a partir del 2010, lxs inmigrantes indocumentadxs que residan en el territorio de la Unión Europea deberán aceptar el "abandono voluntario" de los países comunitarios o, de lo contrario, ser expulsadxs. Esta medida afectará a más de 8 millones de personas y, por supuesto, ha dividido a la opinión pública internacional. Hugo Chávez amenazó con no comercializar el petróleo venezolano con los países que adhieran a la que denominó "Directiva Bochorno", aunque el más duro fue su par boliviano quien recuerda que las últimas disposiciones migratorias europeas violan nada menos que la Declaración Universal de los Derechos Humanos, con la que lxs europexs suelen llenarse la boca cada vez que pavonean sus principios “democráticos”. Dice Evo: “Estamos bajo intensa presión de la Comisión Europea para aceptar condiciones de profunda liberalización para el comercio, los servicios financieros, propiedad intelectual o nuestros servicios públicos. Además a título de la ‘protección jurídica’ se nos presiona por el proceso de nacionalización del agua, el gas y telecomunicaciones realizados en el Día Mundial de los Trabajadores. Pregunto, en ese caso ¿dónde está la ‘seguridad jurídica’ para nuestras mujeres, adolescentes, niños y trabajadores que buscan mejores horizontes en Europa? Promover la libertad de circulación de mercancías y finanzas, mientras en frente vemos encarcelamiento sin juicio para nuestros hermanos que trataron de circular libremente... Eso es negar los fundamentos de la libertad y de los derechos democráticos”.
Tema arduo si los hay en el que quedan expuestas las más bajas miserias humanas, cuyo objetivo explícito en este caso es el de entronar la xenofobia y el deprecio por quienes alguna vez supimos brindarles (a lxs europexs) un espacio donde resarcirse de sus propios agobios.
Recordé de inmediato las palabras de Pedro Zerolo (el pasado 17 de mayo en ocasión de la celebración del Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia, acto que yo mismo comentara en estas mismas páginas hace un mes): "En Europa se empieza a ver de nuevo la garra de la ultraderecha política y del integrismo religioso. En esa Europa a la que siempre hacemos referencia como el paraíso de las libertades, empiezan a escucharse discursos ultraconservadores, homófobos, machistas, racistas y xenófobos. Pero no por gente desconocida sino que esos discursos se escuchan en boca incluso de presidentes de república o gente de gobiernos de esa Europa que tenemos como referente".
Cabe preguntarse entonces cuánto tiempo les llevará a los miembros de esa ultraderecha integrista desbaratar los logros que nuestra comunidad LGBT ha conquistado (con mayor o menor éxito) en los distintos puntos del orbe. Porque (no nos engañemos) esta es una ideología que no sabe de fronteras, religiones, color de piel y (me atrevería a afirmar que) ni siquiera de orientación sexual. La ultraderecha ha plantado su pezuña a lo largo y a lo ancho de todo el espectro político y de pensamiento. Hoy son lxs inmigrantes indocumentadxs. Mañana ¿quién sabe? Tal vez les llegue la hora (como ya ha sucedido en el pasado) a lxs que profesen tal o cual religión, o a lxs que gusten de vivir en carpas, o a lxs que prefieran llevar el pelo verde. Es obvio que dentro de esa lista también estaremos lxs que disfrutamos del amor con personas de nuestro mismo sexo.
Y en tanto nos llega la hora de enfrentarnos a la mordaza ¿qué? ¿Nos quedamos de brazos curzados viendo como son avasallados los más elementales derechos de las personas? ¿Miramos para el otro lado con la exsusa de que esa es una cuestión que no nos atañe? Se cae de maduro que no será esa la mejor postura. Ya lo decía el afamado filósofo de pacotilla contemporáneo, don Pancho Ibañez: "Todo tiene que ver con todo". Y nunca más a cuento la perogrullada como en este caso, donde lo que está en juego es la legitimación (por medio del silencio) de conductas y filosofías a todas luces discriminatorias. Y no interesa el objeto específico de la discriminación. Apelando a una expresión grosera pero estrictamente específica para esta cuestión, racismo, xenofobia y homofobia son la misma mierda con distinto olor. Olor y esencia de locura, odio, muerte y destrucción. Fobias que debemos enfrentar con compromiso y sin medias tintas. Fobias que, en realidad, no son tales, en tanto responden a ideologías perversas y no a una patología... pero eso dará para otra discusión.
Esto es todo por ahora. Desde las callecitas de la siempre misteriosa Buenos Aires se despide Víktor Huije, un cronista de su realidad que en esta oportunidad lxs invita a reflexionar sobre esta aversión que, más temprano que tarde, también recaerá sobre nosotrxs, si no hacemos algo para impedirlo.
2 comentarios:
Y todo pa que no haya moros en la costa...
El mundo es una mierda Viktor.
Eso usted lo sabía, ya sé, pero es lo primero que me viene a la boca (o los dedos, como quiera decirle).
Los besotes de siempre.
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