jueves, 4 de octubre de 2007

COMIENDO SAPOS


En Argentina, "comerse o tragarse un sapo" significa soportar con impotencia una situación desagradable, humillante o violenta y a estas alturas creo que ya se ha convertido en un deporte nacional. Solo para mencionar algunos de los últimos, nos tragamos un sapo con el corralito, nos tragamos un sapo con la pesificación, nos tragamos un sapo con el gobierno "progre" del pingüino, con los índices del INDEC, con los fraudes electorales en las provincias, con los aborígenes y los niños que se mueren por desnutrición, con la tala indiscriminada de bosques y con tantas otras calamidades que suceden en esta tierra sin que nadie haga algo para detenerlas. Y a pesar de ser una situación recurrente, algunos no terminamos de acostumbrarnos y cada nueva iniquidad nos sigue doliendo como si fuera novedosa. Sobre todo cuando el sapo llega desde la cocina de personas que (uno suponía) ya habían superado las taradeces impuestas por el prejuicio y la ignorancia.

Voy al grano.

La cobertura periodística del Mundial de Fútbol Gay - Buenos Aires 2007 mereció un informe especial en uno de los programas de televisión que gusta: "TVR - Televisión Registrada", conducido por Sebastián Wainraich y Gabriel Schultz.

A modo de escrache, dicho informe comenzaba resaltando ciertos titulares de Crónica TV (medio que, para sorpresa de muchos, pretendió mostrarse como gay friendly y cubrió con su estilo tan particular todos los partidos del campeonato). He aquí los más destacados:
  • Dogos piden "apoyo" de Grondona.
  • Afirman que se rompen "el alma" entrenando.
  • Los llaman los Dogos y aseguran que se van a comer a más de uno.
Como es habitual, a los creativos de Crónica les resulta difícil (si no imposible) evadir el chiste fácil y el mal gusto. Pero no son los únicos. Ni siquiera los peores.

A continuación, el informe mostraba las imágenes de un reportaje salido al aire. El entrevistado era uno de los Dogos y el entrevistador, un ignoto movilero:

- ¿Por qué los Dogos?
- Garra, fuerza y coraje. Esas son las características de los dogos.
- ¡Pero esas no son las características de los gays!!!!!
- ¿Y a vos quién te dijo que todos los gays somos iguales?
- Ah ¿no?

Parafraseando a Tato Bores, este sería un muy buen chiste si no fuera una joda bárbara. Gentes que, les guste o no, tienen una responsabilidad social en su carácter fáctico de formadores de opinión, personas que han debido prepararse profesionalmente para estar frente a una cámara o detrás de un micrófono son capaces de decir barbaridades propias de los sujetos más ignorantes y retrógrados. Porque esos comentarios exceden al machismo imperante al mundillo futbolístico.

Otras perlitas nos mostraban a periodistas que, en tren de broma-burla, exageraban con el uso de la palabra "envergadura" o les preguntaban a los jugadores extranjeros si habían recibido una buena "acogida" por parte del público argentino (como si se tratara de chascarrillos originales). Bochornoso fue el papel del comentarista que afirmaba, en el programa de Mauro Viale (una joyita del periodismo si las hay) que "está científicamente comprobado que la homosexualidad es una enfermedad". Peor todavía el caso de uno de sus compañeros al decretar que "si un jugador tiene sida es porque seguramente ha tenido relaciones homosexuales". A la luz de los acontecimientos, creo que Spielberg cometió un gran error al gastar tanto dinero en efectos especiales para filmar "Jurasic Park". Hubiera bastado con contratar a estos "profesionales", encabezando el reparto con el ex jugador San Filipo (devenido comentarista deportivo) quien, sin el más mínimo respeto por la profesión que usurpa, llegó a la siguiente conclusión frente a las cámaras: "Joda, desconcentración, duermen mal, no piensan en el partido... en un equipo, si hubiese un homosexual, pasaría todo eso".

Voy a vomitar y vuelvo.

Afortunadamente, luego del informe, el invitado Daddy Brieva tuvo una intervención antihomofóbica y habló de la película que acaba de filmar, llamada "Más que un hombre" porque los productores no aceptaron el título original: "Putos eran los de antes". En ella, Brieva intenta homenajear a los homosexuales de la época previa a la organización del colectivo LGTB: "Los tipos que yo conocí en los pueblos, que te levantaban los ruedos de los pantalones, que hacían los vestidos para los cumpleaños de quince y lo hacían con dignidad, esos tipos fueron el bizcochuelo de lo que pueden disfrutar los homosexuales de hoy".

Más allá de las dudas que puedan surgir acerca de la verdadera entidad de ese paraíso gay friendly que Daddy y tantos otros pregonan, lo concreto es que la suya fue una intervención seria y respetuosa hacia una porción de la ciudadanía que se ha acostumbrado mansamente a ser mencionada solo a través de la burla o el insulto. Similar posición adoptó Wainraich, uno de los conductores, quien (después de formular en voz alta su deseo de que llegue el día en que heterosexuales y homosexuales conformen una misma selección de fútbol y ya no sean necesarios los movimientos reivindicatorios) tuvo que lidiar en cámaras con la risita socarrona de Schultz.

Y ahí fue cuando empecé a tragarme el sapo.

Nada de lo expuesto anteriormente me sorprende. Uno conoce a los bueyes con los que ara y sabe que no puede pedirle peras al olmo. Pero (como dije en el inicio) TVR es un programa que cuenta con mis preferencias y a cuyos productores respeto por su profesionalismo.

Sin embargo, en esta oportunidad (poniendo en evidencia su humana falibilidad) dos hechos llegaron a decepcionarme.

Uno de ellos, la mencionada e impune risita de Schultz y su posterior conclusión, más desafortunada todavía: "Al fin y al cabo no hay mucha diferencia con el fútbol masculino... normal... sólo que cuando festejan se abrazan con más ganas". La última frase habría resultado graciosa si no hubiese estado precedida por la idea de que los gays no podemos ser masculinos y normales. Insisto: un verdadero profesional debería estar preparado para no caer en esas trampas que siembran en el subconciente los prejuicios mamados desde la cuna.

El otro hecho decepcionante fue la canción que cerró el bloque, la cual fue presentada como abiertamente facha. Y en eso no le erraron los autores de la letra. Hela aquí:



Como verán, se trató de una larga canción que, a lo largo de diez estrofas, destiló (con mayor o menor efecto) los puntos más representativos del estereotipoen el que se nos encasilla. Sé que muchos la encontrarán simpática y pensarán que exagero, pero la burla fue demasiado buena como para no albergar una buena dosis de convicción. Puedo imaginar a los muchachos riendo a mandíbula batiente y tratando de ocultar bajo la fachada del humor ideas que nunca se atreverían a confesar.

Algún día, los que me conocen seguramente me habrán de recordar por mis muletillas. Una de las más frecuentes reza que "hay cosas con las que no se jode".

"La homofobia siempre ha existido" dirán muchos para excusarse. Y es cierto. Sin embazrgo, en una época en la que las infinitas manifestaciones del odio hacia lo diverso se traducen en humillación, tortura y muerte a escalas inéditas en la historia de la humanidad, es vital no quedarse callado ante el atropello.

Para que no haya más muertos, los humillados y los torturados no debemos avalar con el silencio ideologías que solo pretenden resguardar lo indefendible. De nada nos ha servido hasta hoy la complacencia. ¿No les parece que ya es hora de desechar la dieta de los sapos?


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Eso ha sido todo por hoy. Desde las callecitas de la siempre misteriosa Buenos Aires se despide Víktor Huije, un cronista de su realidad que está haciendo un esfuerzo por empezar a digerir solo lo que sea provechoso para desarrollar una sociedad más respetuosa y libre.


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