sábado, 12 de febrero de 2022

YO NO SÉ QUÉ ME HAN HECHO TUS OJOS

Vals de Francisco Canaro
#ViejosAmores número 1


... Y de pronto, sin previo aviso, volví a grabar... y a escribir, jeje.

Sucedió que, en la tarde de ayer, habiendo sido plantado por un alumno, me recosté un momento y, pensando en bueyes perdidos, me dormí una siesta no prevista. Una hora después, como poseído por el espíritu de Ada Falcón (y por momentos también por el de Naty Mistral) desperté con este vals en la cabeza. Al cabo e un par de horas, la melodía se resistía a abandonarme y entonces comprendí qué era lo que debía hacer. He aquí el resultado.

Dicen que el 17 de agosto de 1905, en la estancia "Los Paraísos" de Ituzaingó (zona oeste del Gran Buenos Aires que, en esos tiempos, todavía era campo), nació Aída Elsa Ada Falcone, la menor de las tres hijas de doña Cornelia Boesio, quien estaba casada con Domingo Falcone pero tuvo amoríos con un hacendado tucumano (Miguel Nazar Anchorena) que murió en Francia sin conocer a su hija.

Ya a los cuatro añitos, la chiquilla dijo que quería ser cantante y su madre la alentó con entusiasmo. En realidad, con sus otras dos hijas (Amanda y Adhelma) hizo lo mismo y también llegaron a cantar profesionalmente, aunque con muchísimo menos suceso. Tal vez fuera doña Cornelia la más interesada en que hubiera una artista en la familia. No lo sé.

Tenía apenas cinco primaveras cuando se subió por primera vez a un escenario y fue, otra vez, doña Cornelia la que ofició de manager y le impuso el nombre con el que sería finalmente famosa: Ada Falcón.

Ser una artista reconocida, entonces y también ahora, requiere sacrificios y mucha (MUCHA) constancia y dedicación. Por eso, su madre decidió no perder tiempo enviando a su hija a la escuela y sus biógrafos comentan que "recibía clases en su casa". Lo cierto era que por entonces no se consideraba tan importante que una niña pobre aprendiera más de la cuenta. Con que supiera chapucear su nombre por escrito y aprendiera a sumar y restar de forma rudimentaria era más que suficiente.

En 1919, Ada llegó al cine. Lamentablemente, en esa época el cine todavía era mudo, así que, de cantar, nada. Pero era un peldaño más en su escala hacia la fama. Tenía tan solo catorce años, toda la vida por delante y una madre que removería cielo y tierra para que alguna de sus hijas alcanzara el estrellato.

Y lo logró.

En 1925, Ada fue contratada por la RCA Víctor y fue la tercera mujer en grabar un disco de tango (las dos anteriores habían sido Azucena Maizani y Rosita Quiroga), con el acompañamiento nada menos que de la Orquesta de Osvaldo Fresedo, quien sería otro prócer del tango. Después la seguirían Mercedes Simone, Tita Merello, Libertad Lamarque y Tania.

Con esa grabación se inició de verdad su carrera hacia la fama, la cual se terminó de afianzar cuatro años depués, cuando inició su relación laboral con Francisco Canaro.

Francisco Canarozzo había nacido en Uruguay, en 1886, y lo llamaban "Pirincho" porque al nacer tenía los pelos parados como el pájaro. Su familia era de origen italiano y las precariedades económicas la obligaron a trasladarse a Buenos Aires al poco tiempo. Ya en Argentina, cuando todavía no cumplía los diez años, Canaro tuvo que salir a trabajar en las calles. Se dice que fue canillita, peón de albañil y vaya uno a saber qué otros oficios desempeñó. Pero su suerte cambió cuando entró a trabajar en una fábrica y alguien le enseñó cómo fabricar un violín con una lata de aceite. En el conventillo donde vivía era vecino del bandoneonista Vicente Greco y gracias a él descubrió su vocación por la música. Con su violín de lata comenzó a chapucear melodías de tango en las calles. Su madre le había cosido una funda de tela para su instrumento y, mientras él tocaba, los transeúntes comenzaron a dejarle monedas en ella. Así descubrió el modo en que podría salir de la pobreza. En 1908, ya era número puesto en los piringundines del barrio de La Boca y en 1912 comenzó a componer sus propios tangos.En el mismo año en que Ada Falcón grababa su primer disco, Canaro ya tenía su propia orquesta y debutaba en París como estrella del tango argentino.

Fue en 1929 cuando se conocieron. Para Canaro, escucharla y contratarla como vocalista de su orquesta fue una sola cosa. Y de inmediato descubrieron que sus afinidades no se limitaban a lo musical, iniciando una relación amorosa que, a lo largo de diez años, se consumió en los ardores de la pasión y en las letrinas del materialismo.

Canaro, dieciséis años mayor que Ada, estaba casado con Marta Gessaume, una inmigrante nacida en París, más conocida como "la Francesa". Se cuenta que el matrimonio ya no funcionaba y la misma Gessaume se sintió aliviada cuando la Falcón empezó a "entretener" a su marido.

La dupla Falcón-Canaro hizo historia. Ada tenía un estilo que la diferenciaba del resto. Era una mujer segura de sí misma en un mundo de hombres. Tenía un carácter fuerte y una belleza que, para la época, era objetivo de los anhelos masculinos y la envidia de sus congéneres. El éxito y la fama la convirtieron en una verdadera diva vernácula. Era extravagante, altanera y caprichosa. Sin embargo, a pesar de vivir en una mansión en Palermo Chico, movilizarse en auto de alta gama con chofer y rechazar las propuestas amorosas de hombres muy poderosos, guardaba en su fuero interno una devoción religiosa que nunca la abandonó. Aun en los años de mayor exposición, solía acudir todas las semanas a la Iglesia de San Pantaleón, en el barrio de Pompeya. Se colocaba un pañuelo en la cabeza y usaba lentes oscuros para no ser reconocida.

No obstante, diva o no, mujer fuerte o no, nunca pudo ser más que una amante para Canaro. Según los testigos, el amor entre ambos era incuestionable. "Yo no sé qué me han hecho tus ojos" es un vals que narra los verdaderos sentimientos del músico y se dice que, al escucharlo por primera vez, ella lloró de emoción y que, siempre que lo cantaba en público, no dejaba de sonreir y de mirar a Canaro directamente a los ojos. Aun así, Ada jamás logró que él se divorciara de la Francesa para casarse con ella. Se dice que lo intentó y que la Francesa no puso inconveniente, pero por ley a la Francesa le correspondería la mitad de la fortuna que el músico había acumulado en sus veinte años de carrera. Y eso era mucho dinero. Un dicho popular de la época decía, al hablar de alguien muy acaudalado, "ese tiene más plata que Canaro".

Cuento corto: Pirincho nunca se divorció.

En el año 1938, Ada Falcón dio por terminada su relación con Canaro, tanto en el plano sentimental como en el artístico. Las razones que motivaron su decisión entran dentro del campo de la leyenda.

La versión menos interesante es la que acabo de contar: que Ada se cansó de ser la "querida" por causa de que él no quisiera repartir su fortuna con la esposa legal.

También se dice que, en una noche después de un concierto, la Francesa entró de sopetón en el camerino de su marido y lo encontró con su amante en una situación comprometida, que sacó una pistola de su cartera y la amenazó de muerte a los gritos, para que todo el mundo la escuchara. Eso habría motivado que la Falcón se asustara y decidiera cortar por lo sano. Sencillamente, a mí (que no viví el momento y solo conjeturo) no me convence esta historia, teniendo en cuenta la férrea personalidad de la diva y la complacencia manifiesta de la esposa. Aunque uno nunca sabe.
La versión que más me gusta asegura que la que sorprendió a Canaro en un renuncio fue la propia Falcón y lo más jugoso es que la tercera en discordia habría resultado ser ¡su propia hermana Adhelma! Refuerza esta historia el hecho de que en el año 38 Ada rompiera relación tanto con Canaro como con su hermana (también cantante, como ya dije), a la que cuarenta años después acusó judicialmente de usurpar su nombre presentándose en escenarios de poca monta y cobrando ilegalmente sus derechos artísticos. Declaró además que la idea había sido "de un personaje muy poderoso, ya fallecido, que había prometido que la haría morir de hambre".

Canaro había muerto en 1964.

Lo cierto fue que, al terminar con Canaro también terminó con su carrera artística. 

Falcón cantó solo cuatro años más, hasta 1942, exigiendo que ni los músicos ni el público pudieran verla. Cantaba detrás de un telón y se retiraba del teatro disfrazada. Sus dos últimas grabaciones fueron “Corazón encadenado” y “Viviré con tu recuerdo”, ambos de Canaro y Pelay. ¡Pavada de trauma, la pobre!

En ese año de 1942, de buenas a primeras, vendió su mansión en Palermo, sus autos, y junto a su madre se recluyó para siempre en un pueblito de Córdoba (¡muy Greta Garbo lo suyo!). Finalmente, en 1981 murió doña Cornelia y ella, sola en el mundo, se internó voluntariamente en un convento de franciscanas donde falleció en enero de 2002, a los 96 años.



Esto ha sido todo por hoy. Desde las inciertas callecitas de la Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Nuestra Señora de los Buenos Aires se despide Víktor Huije, un cronista de su realidad que tiene claro que algunas vidas reales logran que Shakespeare quede a la altura de Corin Tellado.


No hay comentarios.:

Novelas de Carlos Ruiz Zafón