lunes, 18 de enero de 2021

La Redota


Miren cómo son las cosas: cada vez creo menos en las casualidades.

Ayer leía una publicación que había hecho mi amigo Marcelo en su muro de Facebook (y que luego compartí también en el mío) acerca de la falsa imagen que la historia oficial nos ha fabricado sobre Domingo Faustino Sarmiento. 

Un Sarmiento contado por Sarmiento que dista mucho del Sarmiento contado por los libros de texto y las fábulas que nos hicieron tragar en la escuela. ¡Si ni siquiera era buen alumno y hasta se hacía la rata!

La verdad es que quedé indignado y necesitaba una distracción para olvidarme del mal trago. Para eso, no hay nada mejor que una película pasatista en Netflix.

Dispuesto a ver lo primero que me apareciera como sugerencia, abrí la aplicación de Netflix y, de partida, traicioné mi propio propósito. La primera sugerencia era la serie de Lupin... y no tenía ganas de engancharme en esa historia. Así que bajé un poco más y veo la imagen de una película española que se llama VOCES. Se trata de una peli de suspenso y terror bastante lograda (no es mala pero tampoco se merece el Oscar) y la vi con gusto mientras cenaba. Una familia que se muda a una casa vieja, el niño que empieza a escuchar voces, muertes inexplicables y, bueh, si cuento más es espoiler.

Uno de los protagonistas (el padre, para ser más preciso) es un actor que yo tenía muy visto pero no podía recordar en dónde. Se llama Rodolfo Sancho y, una vez que terminó la película, lo gugleé para saber de dónde lo conocía. Cuál no fue mi sorpresa al comprobar que no es otro que el Antonio que protagonizó la primera temporada de una de las excelentes telenovelas españolas que se vieron en nuestra Televisión Pública a comienzos de la década pasada: "Amar en tiempos revueltos".

Y así pues, hojeando su biografía en Wikipedia, veo que participó en una coproducción hispano-uruguaya sobre la vida de José Gervasio de Artigas.

Casualmente, días atrás me preguntaba por qué el cine nunca se había interesado en filmar la vida de los grandes olvidados de la historia como, por ejemplo, Bernardo de Monteagudo, el Chacho Peñaloza o el mismísimo Artigas. Bueno, resultó que yo estaba en parte equivocado y sí hay una película sobre don José Gervasio.

¿Qué podía hacer en ese caso? Obvio que me puse a verla.

Y resultó que es una película que, más allá de sus inconsistencias artísticas (que las tiene y serias), debería ser juzgada por sus aciertos estéticos (que también los tiene) y sobre todo por su valor histórico e ideológico. 

La película intenta hacer un retrato de Artigas, partiendo del encargo que hiciera el entonces presidente del Uruguay, el general Máximo Santos, al pintor Juan Manuel Blanes. La idea de Santos era dotar a su país de una figura emblemática e indiscutida, de un héroe nacional que hasta al momento no poseía. Para Santos, esa figura debía ser Artigas.

Lo malo era que no había retratos de don José Gervasio. Sus épocas de liderazgo las había pasado en la campaña, lejos de Montevideo y de los artistas franceses que solían encargarse de esas cuestiones. El único retrato disponible era un dibujo realizado por un médico y explorador francés llamado Alfred Demersay, donde se veía a un Artigas anciano, calvo y desdentado en su destierro en Paraguay. Como imagen del Héroe de la Patria no servía.

Entonces viene la historia que se relata en parte en la película. La búsqueda del rostro de Artigas y de cómo los intereses políticos de la época terminaron por imponernos un rostro que no es.

Insisto: más allá de sus valores y sus errores estéticos, esta es una película que nos invita a pensar, básicamente, en la importancia y real peso que deberíamos otorgarle a "lo que nos contaron".

Sarmiento se contó a sí mismo y luego llegaron otros que se encargaron de lavarle la cara.

Con Artigas sucedió algo diferente: en su propio país (que debería ser también el nuestro) le inventaron un rostro y le lavaron las ideas... Y de este lado del río, se lo enterró injusta e impunemente en la fosa común de los indeseables.

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La peli la pueden ver AQUÍ 
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Esto ha sido todo por hoy. Desde las calurosas callecitas de esta siempre misteriosa Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Nuestra Señora de los Buenos Aires se despide Víktor Huije, un cronista de su realidad que tiene en muy baja estima a los textos de la historia oficial.


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