sábado, 26 de abril de 2008

Ese homófobo de Silvio


¿Estoy equivocado o todo el mundo sabe a quién me estoy refiriendo cuando digo Silvio? Acepto la posibilidad de que yo viva en un taper intelectualoide y de que la popularidad del gran trovador cubano no alcance los niveles que supongo. Sé muy bien que hay un mundo que la miopía pone más allá de mi visión y así hago las aclaraciones pertinentes.

Es que Silvio Rodríguez me ha acompañado a lo largo de tantos y tantos años de lucha contra el mundo y contra mí mismo, que no es sencillo consolidar una adecuada perspectiva. Sin embargo, en algún momento de nuestra platónica relación, pude comprobar algo que ya venía sospechando desde el inicio: Silvio Rodríguez es un ser humano, pasible de defectos, fobias y también prejuicios.

La comprobación vino de la mano de otro de mis referentes, el chileno Pedro Lemebel, que en su texto EL MALENTENDIDO DEL UNICORNIO (cuya lectura recomiendo especialmente) relata un frustrante encuentro entre un par de locas trasandinas y el cantautor. Encuentro durante el cual afloró la proverbial homofobia de izquierda y quedó claro que el buen Silvio nos desprecia como el más común de los mortales.

El mío es solo un comentario de loca mala. No busco denigrar al artista en absoluto. Ni podría, dado que la altura de sus méritos escapa ampliamente a mis capacidades tan básicas. Muchas de sus canciones permanecerán por siempre en la categoría de "bíblicas" para mi espiritu siempre en plan de búsqueda. Sigo disfrutando de su música y su poesía y mi opinión acerca de su arte no podría cambiar a causa de una triste anécdota, por representativa que resultase.

La pregunta entonces se me impone: ¿Es la homofobia de Silvio menos perniciosa que la del resto de la gente?

Desearía poder responder honestamente que sí, pero lo cierto es que la homo-lesbo-transfobia es ignorancia, es prejuicio, es odio. No importa quién la detente, si un jerarca de la iglesia, un conservador de derecha, un homosexual confundido o el cantautor de mis amores. No habrá descanso para ningunx de nosotrxs mientras haya gente que no comprenda que somos tan iguales y tan diferentes como el que más, dignos representantes de una especie que no encuentra el modo de convivir en el respeto y el amor hacia su prójimo. Porque nadie escapa a esta norma impuesta por los hechos y, en función de ella, cada quien es tan "normal" como cada cual.

Insisto: quisiera tener razones válidas para poder afirmar que Silvio Rodríguez supera esa "normalidad". Y aunque no las tengo tampoco puedo ponerlo al mismo nivel de los otros victimarios de nuestras reivindicaciones. ¿Sinsentidos de mi humana idiosincracia? No hay duda. Pero es que siempre habrá algún tema de Silvio que me lleve a la reflexión. Siempre habrá alguno que me haga sonreir o que me emocione. Siempre habrá uno en especial que no podré escuchar sin que se me anude la garganta, ese que ya no puedo cantar, ese que me transportará siempre a otras épocas más tristes pero paradójicamente también más felices.

De todos modos, que quede claro que sigo coincidiendo con el compañero Pedro Zerolo: "¿Ser de izquierdas y homofóbico? ¡Eso sí es contra natura!".


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Esto ha sido todo por hoy. Desde las callecitas de la siempre misteriosa Buenos Aires se despide Viktor Huije, un cronista de su realidad que no siempre sale airoso en su lucha contra las contradicciones.


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