martes, 14 de enero de 2020

Treinta y dos de enero



Alumno varón, 23 años, clase media, aspira a aprobar ingreso a UTN después de tres intentos fallidos (burro pero pertinaz).

Yo: Hoy es 14 de enero. ¿Qué fecha va a ser dentro de 17 días?
Alumno: 31 de enero.
Yo: Bien. ¿Y dentro de 18 días?
Alumno: 32 de enero.

Me soltó la respuesta sin la menor sospecha de un posible error. Casi como sobrándome, como diciéndome "¡Mirá la pelotudez que me preguntás!".

El diálogo derivó de un problema en el que se hablaba de los años bisiestos. El joven desconocía por completo el concepto. Jamás había escuchado la palabra.

¡23 AÑOS!

Es asombroso que alguien pueda atravesar toda su escolaridad sin que algún maestro o profesor (¡o algún progenitor!) haya podido inculcarle conceptos básicos y elementales de la cultura en la que se desarrolla su existencia.

Este chico quiere ser ingeniero. Y yo no dejo de preguntarme en qué hemos fallado como sociedad para que él y otros muchos desaprovechen sus capacidades y crezcan en la abulia y en un desinterés alarmante por el mundo que los rodea. Cuando le pregunté la causa por la que quiere estudiar ingeniería, la respuesta fue, una vez más, sorprendente: "Porque se gana mucha plata", me respondió.

No es un chico feo. Diría incluso que es bastante atractivo. Aunque tiene una mirada que delata el vacío que hay por detrás de sus globos oculares. Me siento culpable por pensar que esa vacuidad craneal no lo deja darse cuenta de que, en su actual estado de ignorancia supina, tiene cero posibilidades de ingresar siquiera a la carrera y que (si de ganar mucha plata se trata) tiene más posibilidades en el campo de la prostitución de alta gama. Susana Gimenez podría ser su ejemplo a seguir.

La duda se cansó de dar vueltas dentro de mi cabeza. Lo conozco ya desde hace más de un año y durante semanas he tratado de descifrar la razón por la que eligió ingeniería como medio para ganar "mucha plata". Finalmente, hoy decidí preguntárselo sin más vueltas y la nueva respuesta fue tan obvia y escalofriante que no voy a poder dormir tranquilo por meses:

- ¡Mirá Macri! Es ingeniero y está podrido en guita. Y hasta fue presidente.

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Esto es todo por hoy. Desde las grises callecitas de esta lluviosa Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Nuestra Señora de los Buenos Aires se despide Víktor Huije, un cronista de su realidad que está tentado en pedirle a este chico que no vuelva más. Es un caso perdido. Me hace mal... Y el recuerdo de sus declaraciones de hoy poblarán mis pesadillas hasta el día en que me muera.


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