martes, 17 de abril de 2007

300 LOMOS Y NADA MÁS

Este fin de semana (gris y lluvioso en Buenos Aires) aproveché para ponerme al día con varias películas que tenía atrasadas. No puedo decir que sea un erudito (de hecho, nunca retengo el nombre de los directores y me he resistido sistemáticamente a aprender a amasar) pero es cierto que podría vivir a cine y pizza. Aunque esta vez pizza no hubo porque mi marido hace meses que no le da al agua y a la harina. Lo que sí hubo fueron tartas saladas (mi especialidad) y sanguchitos calientes. Todo para acompañar en el living de casa y en familia la proyección de "La Reina", "Volver", "El Laberinto del Fauno", "El Hombre sin Sombra II" y la inefable "300".

A ver, cuando digo "inefable", quiero decir exactamente eso: INEFABLE. O sea, algo que no se puede explicar con palabras.

¿Qué decir de la peli? Empecemos por lo bueno:

1) Los espartanos del casting están BÁR-BA-ROS. Si los de la Antigua Grecia eran así, mi espíritu calenturiento justifica plenamente la eugenesia del Taigeto (*). ¡Qué cuerpos, por Dios! ¡Qué bultos! ¡Qué culos!
2) Más allá de los lomos espectaculares de Leónidas y sus 299 seguidores (¡de solo recordarlos todos juntos me derrito!), algunas imágenes eran verdaderas obras de arte. Rescato particularmente la última, en la que el líder espartano y sus hombres quedan tendidos, atravesados por millones de flechas persas (a los que desconocen la historia, les cuento que los héroes mueren TODOS). Un verdadero collage de sansebvastianes que hace las delicias de los y las amantes de las artes plásticas y, sobre todo, de la belleza masculina in extremis.

Bien. Hombres de cuerpos perfectos e imágenes instantáneas que resultan maravillosas obras de arte. Todo lo demás, una total y completa porquería. Empezando por los subtítulos, plagados de faltas de ortografía (muchachos, ahora que estoy desempleado, por unos pocos pesos les soluciono el problema).

Por una parte, los espartanos eran los buenos. Muy occidentales y cristianos ellos. Sí, cristianos. Porque Leónidas y los suyos no dejaban de agradecer a Dios (y no a los múltiples dioses de su Olimpo) por haberlos hecho tan valientes, tan justos, tan inteligentes, tan bellos, tan sacrificados, tan incorruptibles, tan amantes de la libertad. Porque si hay algo que estos espartanos son es justamente que son los adalides de la libertad (la palabra se les cae de la boca cada dos frases). Y son tan buenos que están orgullosos de entregar sus vidas en defensa de la democracia y el estilo de vida de los hombres libres.

Por otra parte, los persas (a la sazón, enemigos invasores y orientales) eran todos malos. Malos y feos. Muy feos. Salvo alguno que otro mensajero (ilógicamente negro) y Xerxes, el rey, todos los demás eran horribles. Pero de una fealdad de cuento de terror, al mejor estilo "El Señor de los Anillos". Los persas eran orientales y musulmanes. Sí, musulmanes. Porque, a pesar de que la historia transcurre en una época muy anterior a la llegada de Mahoma, los persas eran (más que persas) una mezcla de guerreros ninja con seguidores de Osama Bin Laden. Además eran salvajes, imperialistas, corruptos, sanguinarios, viciosos, desleales, sometidos por el látigo del poderoso rey Xerxes y sus esbirros.

El rey Xerxes, no obstante, era un caso aparte. Era el único persa hermoso (Rodrigo Santoro, nada menos). Unos pectorales, unos brazotes, unas piernazas... ¡una boca!!!!! ¡¡PA-PI-TO!! Eso sí, lleno de piercings, cadenas y accesorios barrocos para evidenciar su alma oscura, su ambición desmedida, su falta de escrúpulos, su crueldad, su vanidad y, más que nada, la perversión plasmada en su amaneramiento y su lascivia. Porque el Xerxes de "300" encarna la visión con que la homofobia universal define a los homosexuales. Resulta curioso, sin embargo, tanto hombre musculoso en cueros, con apenas un diminuto boxer negro, una glamorosa capa roja y eventualmente un dorado yelmo, que acentuaba la idea de que ellos eran los salvadores del espíritu republicano. Algo así como los marines de Bush, pero inexcusablemente putos y adictos al sadomasoquismo.

"300" es una metáfora del mundo actual pero a través de los ojos de lo más consevador y reaccionario de la civilización occidental. Claro que sin hacerse cargo de algunos detalles insignificantes como, por ejemplo, que el Imperio de estos días tiene su sede de este lado del Estrecho de los Dardanelos. Eso sí, Occidente sigue siento el baluarte de la libertad y el libre pensamiento, en tanto Oriente representa la matriz del mal, de la esclavitud y del fundamentalismo.

Si además de pasar un buen raro en la butaca los que vieron la película pretendían aprender algo de historia, perdieron el tiempo. En ningún momento se insinúa siquiera que el guión se inspira en la épica batalla de las Termópilas ni se hace referencia al contexto de las Guerras Médicas. Ni hablar de la falacia (¿deliberada?) de mostrar a Esparta como un ejemplo de espíritu libertario, democrático y republicano. ¡Justamente Esparta, un estado militarizado y oligárquico, envidia del fascismo!

Si la miramos desde el punto de vista ideológico, la película resulta entonces un vulgar y torpe panfleto que profundiza los prejuicios, presntando a Oriente y Occidente como enemigos irreconciliables y, ante todo, a Occidente como cuna de todo lo bueno que pueda acontecerle a la raza humana. Una raza humana que parece ennoblecerse con el sacrificio de 300 griegos que se inmolan por un ideal. Todo esto inmerso en una estética homoerótica en la que la mujer está prácticamente ausente y resulta un deleite para los gays, tan vilipendiados por la ideología hegemónica del momento.

En resumen, diez minutos hubieran sido más que suficientes para condensar lo único rescatable del film.

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Esto ha sido todo por hoy. Desde las callecitas de la siempre misteriosa Buenos Aires se despide Víktor Huije, un cronista de su realidad que, el día en que decida concretar su antigua fantasía de dirigir una pelívula porno gay, tendrá que contratar al responsable del casting de "300".

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(*) Esparta practicaba una rígida eugenesia. Nada más nacer, el niño espartano era examinado por una comisión de ancianos para determinar si era hermoso y bien formado. En caso contrario se le consideraba una boca inútil y una carga para la ciudad. En consecuencia, se le conducía al pie del monte Taigeto, donde se le arrojaba a un barranco.

5 comentarios:

Gustavo López dijo...

No sé porqué sospechaba que 300 era parecida a lo que contás.

Conclusiones:
1. Los griegos son todos putos.
2. Los espartanos eran unos lindos politeístas.
3. Los griegos son lindos putos politeístas.
4. Antes estuvieron las guerras médicas y ahora están las guerras maestras.
5. El gobierno de Bush también se intenta demostrar como libertario, democrático y republicano.

Esto por ahora. Ta luego.

ReinaDeSalem dijo...

Pues..., habrá que verla para poder contarte qué rescato yo de ella... Quizá menos de diez minutos, veremos...

Aunque..., siempre hay una excusa para ver a esos espartanos...

Mil besos a esas callecitas de la siempre misteriosa Buenos Aires.

Gustavo dijo...

¡Me ahorraste la entrada al cine!
¡Sos un grosso!
Excelente reseña por otra parte.

Besos y abrazos.

Señorita Cosmo dijo...

A mi me dijeron que los lomos esos valían la pena, pero a lo mejor el que dijo eso no vio Uga uga.

Anónimo dijo...

el guz:
Por un momento me asustaste: creí que ibas a concluir que Bush era un lindo puto.

Su Majestad de Salem:
Le garantizo que ver a los espartanos vale la pena. Pero solo eso.

Gustavo:
Grashia. She hashe lo que she puede, esteque... she hashe...
Ahora, con eso de grosso me quisiete decir que estoy gordo????

Seño Cosmo:
¡Es cierto! Uga Uga es lo más!!!!!!! Ya voy a hacer un posteo sobre Uga Uga.

Novelas de Carlos Ruiz Zafón