jueves, 9 de agosto de 2007

El Rosedal, entre travestis y clientes


Contextualicemos. Espero que todas y todos estemos al corriente de la trasnochada disposición de las autoridades de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires acerca de prohibir a las chicas travestis la oferta de sexo en en Rosedal. Para quienes no se hayan enterado, les recomiendo lean la nota que publicaran on line mis amigos de AG Magazine.

Obvio que las chicas y las organizaciones que las nuclean y les brindan su apoyo pusieron el grito en el cielo y llevaron adelante una serie de protestas que frenaron la ordenanza y plantearon a la opinión pública un nuevo debate (y ya van...) sobre la realidad de la población trans.

Entre la infinidad de opiniones a favor y en contra de la oferta de sexo en la vía pública, destaca una carta a los lectores que publicó el diario
Clarín en el día de hoy y que transcribo a continuación.

El Rosedal, entre travestis y clientes

Si el dato publicado por Clarín es cierto, y los travestis del Rosedal atienden a 3.000 clientes por día, esto equivaldría a 21.000 por semana, 84.000 por mes y 1.008.000 por año.

No podemos saber —por carecer de estadísticas o encuestas tan "eficientes" como las electorales— cuántos clientes son adictos de buen nivel económico que concurren más de una vez por semana. Así que dividamos la cifra por tres y tendremos unos 350.000 ciudadanos que utilizan los servicios una vez al año, y más de 500.000 que los repiten varias veces. Los clientes no son homosexuales asumidos sino hombres casados y respetables padres de familia.

Entonces, creo que no se trata de convivencia urbana ni de la limpieza del más importante parque de la Ciudad de Buenos Aires. Se trata de una fábrica de sida porque, es sabido, los hombres son mucho más transmisores que las mujeres. Si la prostitución (masculina y femenina) existe, que sea con control médico. Y, preferentemente, sin travestis en la calle o en las pantallas de la televisión. Esto no es moralina barata. Pero algo debe andar muy mal en un país cuya mayor "vedette" es un hombre.

Gabriel Dreyfus. dreyfusg@yahoo.com.ar

Si bien la misiva (palabra curiosamente parecida a "misil", ahora que lo pienso) no es la única ni mucho menos la más virulenta de las que he leído sobre este tema, su lectura me obligó a redactar una respuesta. Hela aquí:

Señor Director:
Es increíble que, en los tiempos que corren, todavía existan quienes ocultan sus odios compulsivos tras discursos de supuesta racionalidad polìticamente correcta.

La carta a los lectores enviada por el señor Dreyfus (y publicada sin ningún prurito por ustedes) es una ofensa lisa y llana para toda la comunidad de Gays, Lesbianas y personas Trans y debería serlo también para toda la comunidad, sin diferencias en cuanto a su identidad sexual. En realidad, toda esta polémica sobre la oferta de sexo en el Rosedal por parte de las chicas trans lo es. Si las que ofertaran sus servicios en la vía pública fueran mujeres solamente, esta discusión no hubiera tenido lugar y, no solo el señor Dreyfus se hubiera ahorrado sus comentarios, sino que los medios (en el caso de que alguien se hubiera quejado) hubieran ignorado el tema.

A pesar de los avances que nuestra comunidad LGTB ha conquistado, la homofobia, la lesbofobia y la transfobia todavía son palpables en el discurso y los actos de nuestros conciudadanos, del mismo modo en que otrora lo fueron el racismo, el antisemitismo o la misoginia.

La carta del señor Dreyfus ofende pero, tal como si fuera un búmerang, si lo pensamos bien, el escupitajo le acierta en plena cara a quien lo profiriera. Decir que las chicas trans que se ganan la vida en la vía pública son "una fábrica de sida" o que " los hombres son mucho más transmisores que las mujeres" solo da muestras de su completa y selectiva ignorancia. Es evidente que este señor no se ha molestado en informarse sobre la problemática humana de las chicas, así como también ha pasado por alto un básico conocimiento sobre VIH/SIDA antes de emitir opiniones. Cualquier distraído diría que la actitud del señor Dreyfus es por lo menos irresponsable. Pero los que lidiamos, día a día, con estas demostraciones de odio sin sentido sabemos que es mucho más que eso. Y es mucho más que "moralina barata".

El señor Dreyfus (y el mismo diario Clarín, al hacerse eco de las palabras de este sujeto) es ni más ni menos uno de los tantos elementos de esta sociedad que se resiste a ver a las personas como tales, más allá de cómo se vean o cómo se sientan. Con sus actitudes, el señor Dreyfus y Clarín son también responsables de que, en nuestra sociedad, haya personas que tengan negado el acceso a un trabajo digno, a la salud y, en suma, a la dignidad que les corresponde por el simple hecho de ser personas (eso sin mencionar los continuos actos de violencia de los cuales las chicas trans son víctimas día a día, llegando a pagar con la vida su derecho a ser quienes han elegido ser). Porque -les cuento- LAS CHICAS TRAVESTIS QUE OFRECEN SUS SERVICIOS EN LA VÍA PÚBLICA SON TAN PERSONAS Y TAN HUMANAS COMO EL QUE MÁS, aunque les pese a los tantos señores Dreyfus que pululan entre ellas.

Si a este caballero le molesta que las chicas travestis se paseen por la calle o aparezcan en la televisión, le recomendaría que se enclaustre dentro de su casa o se compre anteojeras aun más grandes y que apague definitivamente la caja boba y se consagre a la radio. De todos modos, a nosotras y nosotros no nos molesta su existencia. Sólo le pedimos que, a la hora de argumentar, lo haga con ideas desprovistas de preconceptos que no se ha dado el permiso de cuestionar y se sume al debate seria y responsablemente.

Y a los medios en general, humildemente les pido que jerarquicen el poder que la sociedad les confiere como tales y no se hagan eco de discursos discriminatorios, injustos e irrespetuosos, así como no lo hacen cuando se insulta o se menosprecia a una mujer, a un judío, a un afrodescendiente o a un discapacitado.

Algo debe andar muy mal en un país donde tienen eco las declaraciones de algunos nazis no asumidos, muchos de ellos casados y respetables padres de familia.


Víctor H. Ramírez
Secretario de
GLOBA Diversidad
globa.diversidad@gmail.com


¿Ustedes qué opinan?


Esto ha sido todo por hoy. Desde las callecitas de la siempre misteriosa Buenos Aires se despide Víktor Huije, un cronista de su realidad que está harto de los derechos pilares de la sociedad occidental y cristiana.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué opino?
Que ese tipo es un dinosaurio nazi.
Eso opino.

Muy buena tu respuesta.

Gustavo López dijo...

Esa persona que mandó ese patético mail, no solo demuestra su ignorancia en temas como homosexualidad, lesbianismo, travestismo, transexualidad, etc, y su ignorancia en temas de "género", sino que además su total y absoluto desconocimiento en los que es salud, en lo que es el VIH, en lo que lo diferencia del SIDA, sus modos de transmisión. Demuestra ignorar que los que menos se cuidan son los tradicionales padres y madres de familias. Demuestra ignorar que las travestis, taxi boys y otras chicas de la calle son quienes más se cuidan y saben de prevención de enfermedades de transmisión sexual.

Demuestra que hay todavía mucho mucho que aprender como sociedad, ya que hay muchos como ese tal Dreyfus, que no hacen otra cosa que demostrar que la intolerancia, el racismo encubierto y la discriminación son aun moneda corriente, y hasta "justificables" con tan banales argumentos.

Novelas de Carlos Ruiz Zafón