Una vez alguien me dio las gracias por haberlo amado, por haber compartido mi vida, por haberle enseñado a amar, por haberlo hecho feliz... "Empezamos mal, m'hijito" pensé para mí, pero sin ironías aunque el tono lo indicara. El amor no se agradece en ninguna circunstancia. En el mejor de los casos, se corresponde. De otro modo, lo dicho suena a lástima y parece más el deseo de lavar una culpa que genuina gratitud.
También me dijo que, de no haber sido por "lo nuestro", nunca hubiera podido dimensionar con justicia el amor que luego sintiera por el que resultaría ser el hombre de su vida. "Quizá lo nuestro fue un ensayo general de lo que la vida nos tenía preparado para después".
Poético. Muy bello. Yo y mi vocación de puente, de albergue transitorio (SIC) para las felicidades ajenas.
¿Por qué hay gente que no sabe cuándo callarse la boca?
Lo recordé por estos días en que leía una novela de Osvaldo Bazán ("Y un día Nico se fue") que cuenta (con magistral estilo y cierto humor) la desesperación de Osvaldo, que acaba de ser abandonado por su novio después de seis años de convivencia.
Dice Osvaldo: "Yo estaba seguro de que no nos pasaba nada. Y bueno, parece que eso mismo hizo que, para Nico la situación se tornase insostenible. A él no le pasaba nada y solo por eso decidió irse". Aunque Osvaldo prefería pensar que tenía que ser algo que comió.
Duro, ¿no? ¿A quién no le sucedió algo similar alguna vez?
Uno cree que su existencia marcha sobre ruedas y, de pronto, un acontecimiento desafortunado lo sume en la más atroz, completa y profunda ignorancia de cómo sigue todo. Entonces, todo se confunde: "No es que tenga problemas para enfrentar la realidad. Sólo que no termino de entender para qué sirve la realidad... La realidad está de más. Es un inconveniente que te hace perder mucho tiempo, que te aleja de las cosas importantes. La realidad es una mierda".
También llega el momento de las reflexiones trascendentales: "Es estúpido sufrir por lo imposible? ¿Y sufrir por lo posible? ¿No es estúpido también? ¿Sufrir es estúpido?". Lo que sucede es que "la vida es tan fácil cuando dos personas se aman que me parece que los únicos tratados de filosofía importantes son los boleros" (hubiera vendido mi alma al diablo para ser el autor original de esa frase). Hasta que todo pasa y uno se da cuenta de que no era tan bueno como creía: "Sí, claro, que le vaya bárbaro. ¡Ojalá le vaya bárbaro conmigo! Y si no es conmigo que se vaya a cagar y no le vaya bárbaro un carajo. Es mentira que yo quiera su felicidad sin mí. Su felicidad sin mí es una verdadera porquería". ¿Quién no lo experimentó alguna vez?
Afortunadamente la vida es una bruma que, de tanto en tanto, se disipa. Aunque al principio la angustia está mechada con rencor: "Cuando te dejan, te matan un poco. Pero hacen como que no lo saben. O como que no les importa. Quizás en serio no les importe. Pero sí lo saben".
Sin embargo uno (que ya ha visto pasar tanta agua bajo el puente) sabe que la vida duele y no se puede hacer casi nada para solucionarlo. Y termina comprendiendo algunas otras cosas: "Hubo un momento en que la felicidad se fue y nunca fuimos gente de conformarse, porque sí, con poco o nada. Lo nuestro fue bueno de verdad o no fue. Nadie podía exigirnos que nos acostumbráramos a una resignación feroz, a una existencia lánguida, a un fin en cuentagotas".
Lo bueno de las relaciones gay (¡y miren hasta dónde soy capaz de llegar en pro de un silogismo!) es que no hay hijos de por medio. Los hijos unen de por vida. Nosotros tenemos la posibilidad de decir adiós y que sea para siempre. Sin embargo, cuando el amor fue tan inmenso (o el egoísmo, o el odio...), puede suceder que uno no logre sentir que aquello que fue pasado deje alguna vez de ser presente. Puede ser que alguno de los dos busque un reencuentro "como amigos". Porque fue tan maravilloso lo que vivimos juntos que no puede quedar así. Porque uno fue la persona que supo comprenderlo, que supo contenerlo, que supo cobijarlo, que supo aconsejarlo... y tanto más que ¿por qué dejarlo ir si me hace tanto bien?
Cada cual es dueño de su destino en la medida en que sepa hacerse cargo de sus propias decisiones. Y yo creo en la grandeza de los que (como Osvaldo) logran superar las mezquindades y terminan guardando los bellos recuerdos en un sitio preferencial del corazón (lejos del olvido y de las lágrimas) pero sin confundir ni confundirse. El amor es un sentimiento tan jodido que no siempre puede trocarse en amistad, incluso si uno mismo hiciera promesas al respecto cuando el fin todavía era un mal sueño. Incluso si ambos saben que siempre han de contar con el otro en las horas difíciles.
"¿Qué tengo de nuevo para decirle después de todo lo que pasó? ¿Que sé que lo voy a amar por siempre y, sin embargo, también sé que fue mejor así?".
Al fin y al cabo uno fue solo un ensayo. Maravilloso pero pasajero.
Y ya sabemos que nuestras vidas han sido una chorrera de bienaventuranza desde entonces.
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También me dijo que, de no haber sido por "lo nuestro", nunca hubiera podido dimensionar con justicia el amor que luego sintiera por el que resultaría ser el hombre de su vida. "Quizá lo nuestro fue un ensayo general de lo que la vida nos tenía preparado para después".
Poético. Muy bello. Yo y mi vocación de puente, de albergue transitorio (SIC) para las felicidades ajenas.
¿Por qué hay gente que no sabe cuándo callarse la boca?
Lo recordé por estos días en que leía una novela de Osvaldo Bazán ("Y un día Nico se fue") que cuenta (con magistral estilo y cierto humor) la desesperación de Osvaldo, que acaba de ser abandonado por su novio después de seis años de convivencia.
Dice Osvaldo: "Yo estaba seguro de que no nos pasaba nada. Y bueno, parece que eso mismo hizo que, para Nico la situación se tornase insostenible. A él no le pasaba nada y solo por eso decidió irse". Aunque Osvaldo prefería pensar que tenía que ser algo que comió.
Duro, ¿no? ¿A quién no le sucedió algo similar alguna vez?
Uno cree que su existencia marcha sobre ruedas y, de pronto, un acontecimiento desafortunado lo sume en la más atroz, completa y profunda ignorancia de cómo sigue todo. Entonces, todo se confunde: "No es que tenga problemas para enfrentar la realidad. Sólo que no termino de entender para qué sirve la realidad... La realidad está de más. Es un inconveniente que te hace perder mucho tiempo, que te aleja de las cosas importantes. La realidad es una mierda".
También llega el momento de las reflexiones trascendentales: "Es estúpido sufrir por lo imposible? ¿Y sufrir por lo posible? ¿No es estúpido también? ¿Sufrir es estúpido?". Lo que sucede es que "la vida es tan fácil cuando dos personas se aman que me parece que los únicos tratados de filosofía importantes son los boleros" (hubiera vendido mi alma al diablo para ser el autor original de esa frase). Hasta que todo pasa y uno se da cuenta de que no era tan bueno como creía: "Sí, claro, que le vaya bárbaro. ¡Ojalá le vaya bárbaro conmigo! Y si no es conmigo que se vaya a cagar y no le vaya bárbaro un carajo. Es mentira que yo quiera su felicidad sin mí. Su felicidad sin mí es una verdadera porquería". ¿Quién no lo experimentó alguna vez?
Afortunadamente la vida es una bruma que, de tanto en tanto, se disipa. Aunque al principio la angustia está mechada con rencor: "Cuando te dejan, te matan un poco. Pero hacen como que no lo saben. O como que no les importa. Quizás en serio no les importe. Pero sí lo saben".
Sin embargo uno (que ya ha visto pasar tanta agua bajo el puente) sabe que la vida duele y no se puede hacer casi nada para solucionarlo. Y termina comprendiendo algunas otras cosas: "Hubo un momento en que la felicidad se fue y nunca fuimos gente de conformarse, porque sí, con poco o nada. Lo nuestro fue bueno de verdad o no fue. Nadie podía exigirnos que nos acostumbráramos a una resignación feroz, a una existencia lánguida, a un fin en cuentagotas".
Lo bueno de las relaciones gay (¡y miren hasta dónde soy capaz de llegar en pro de un silogismo!) es que no hay hijos de por medio. Los hijos unen de por vida. Nosotros tenemos la posibilidad de decir adiós y que sea para siempre. Sin embargo, cuando el amor fue tan inmenso (o el egoísmo, o el odio...), puede suceder que uno no logre sentir que aquello que fue pasado deje alguna vez de ser presente. Puede ser que alguno de los dos busque un reencuentro "como amigos". Porque fue tan maravilloso lo que vivimos juntos que no puede quedar así. Porque uno fue la persona que supo comprenderlo, que supo contenerlo, que supo cobijarlo, que supo aconsejarlo... y tanto más que ¿por qué dejarlo ir si me hace tanto bien?
Cada cual es dueño de su destino en la medida en que sepa hacerse cargo de sus propias decisiones. Y yo creo en la grandeza de los que (como Osvaldo) logran superar las mezquindades y terminan guardando los bellos recuerdos en un sitio preferencial del corazón (lejos del olvido y de las lágrimas) pero sin confundir ni confundirse. El amor es un sentimiento tan jodido que no siempre puede trocarse en amistad, incluso si uno mismo hiciera promesas al respecto cuando el fin todavía era un mal sueño. Incluso si ambos saben que siempre han de contar con el otro en las horas difíciles.
"¿Qué tengo de nuevo para decirle después de todo lo que pasó? ¿Que sé que lo voy a amar por siempre y, sin embargo, también sé que fue mejor así?".
Al fin y al cabo uno fue solo un ensayo. Maravilloso pero pasajero.
Y ya sabemos que nuestras vidas han sido una chorrera de bienaventuranza desde entonces.
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Esto ha sido todo por hoy. Desde las callecitas de la siempre misteriosa Buenos Aires se despide Víktor Huije, un cronista de su realidad que ha tenido algún que otro Nico en su pasado.
3 comentarios:
Me encantó lo de vocación de puente!! Excelente..
No me puedo figurar como es una pareja gay (no en sentimientos, porque eso ya lo tengo claro..) pero si hay algo muy verdadero y es lo que decís sobre los hijos..
Creo que cada uno en esta tierra viene con alguna yapa extra en su personalidad.. vos sos un puente..
yo soy sicologo de naturaleza..
Por suerte aprendi a manejar la angustia que me causaban los problemas de los demás. Eso si, si cobrar, te juro que sería trillonaria.
Besos
Araña:
La verdad que a mí no me gusta tanto a veces.
Si te das una vuelta por
http://globavideos.blogspot.com/2007/05/favor-del-matrimonio-sin-discriminacin.html
(o sea: la página de videos de GLOBA Diversidad) en los videos te podés dar una idea de lo que es una pareja gay. A mí me sucede a diario, te lo puedo garantizar.
Ahora, vos me parece que también tendrías que sincerarte y asumir de una buena vez tu identidad sexual: ¿acaso no sos SICÓLOGO? ja ja ja.
Besotes.
Pah... loco, escribiste tanto y tocaste tantas cosas que no sé que decir, aunque tendría mil. Un tema es el humor con el que tratás cosas tan fuertes.
Para comentar preciso un cerveza de por medio y varias horas de charla.
Cuando esté por la misteriosa BA te voy a visitar.
Te debo una.
Abrazos fuertes, Víktor.
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